<~20 Diciembre~>

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Choco~Historia.
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Presenta :
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El hechicero de Maara y el
ladrón.

Las cosas más impresionantes pasan con la gente que menos piensas.

La magia no es aquello que impresiona, sino algo más poderoso, mucho más.

E incluso el mejor hechizo puede ser superado con palabras cálidas y del corazón.

Aquel joven ladrón quien soportaba aquel peso que su padre le dejó, lo hacía por ellos, por más que busco apoyo, una oportunidad de que alguien le tendiera la mano, nadie fue capas de ayudarlo, así que, estaba hecho.

Se oculto y pasado un tiempo en que todo volvió a la calma, fue a casa con sus hermanos y su madre, aquel día el doctor Goenji iría a revisar a su madre.

La guardia no atacaba a su hogar, eran consientes del estado de salud de su madre, así que, tampoco eran tan crueles, sólo cumplían con su deber, era todo.

—Hermano –saludaron los dos menores al verlo llegar —estábamos preocupados.

—No deberían –revolviendo el cabello a ambos —¿mamá?

—Le bajo la fiebre –respondió Yuta.

—Pero aún tiene tos –siguió Shun preocupado.

Sacó del bolso que siempre cargaba fruta y pan que había tomado, como también una rebanana de queso —a que tienen hambre, coman un poco, yo iré a ver a mamá.

El par asintió, como decir que no si sus tripas rugieron al ver la comida en la mesa; una pequeña casa con dos habitaciones, una mesa, fogón, dos sillas, en la siguiente habitación un baúl, cama y otra silla.

Contaba con dos ventanas y la puerta, esa era la casa. Con su madre, esta parecía dormida, una vela iluminaba la habitación, su rostro cansado y agotado, ojeras notables y el rubor por la fiebre.

Le acaricio la mejilla, su madre era hermosa, no se volvió a casar más que con su padre, del cual hablaba con encanto, alegre ante todo.

Entre abrió los ojos ladrando un poco el rostro, borrosamente vio a su hijo y le sonrió —Hayato...

—No te esfuerces madre –sentándose a un lado de la cama, tomo una de sus manos entre las suyas –el doctor Goenji no tardará en venir y revisarte.

—Ese brillo... –no comprendió aquello —viste a alguien.

Claro que en su andar, vería a mucha gente, no sabía que quería decir con eso exactamente. Sonrió.

Rapidamente dio un vaso con agua a su madre, quien comenzó a toser sin frenesí, calmandose un poco con el líquido —alguien especial atravesó tú camino, tus ojos lo manifiestan.

—Seguro es tu fiebre madre –le gustaba verla feliz —te tarere alimento, eh conseguido queso, lo que querías.

Fue con sus hermanos quienes comían, tomó un poco de alimento para su madre y regresó con ella —poco de uvas y ciruelas, queso y pan.

Ayudó a sentarse en la cama y que comiera. El doctor llegó con su esposa siendo recibidos por los dos pequeños quienes estuvieron con Aki, amaba a esos dos niños como a su hijo, por lo cual les llevaba en visita algún alimento o dulce, en este caso, un poco de turrón y también se daba el tiempo de enseñarles un poco de escritura y lectura.

Paso menos de una hora, Goenji quién se había quedado a solas con la mujer salió de la habitación dirigiéndose a Matatagi con el cual hablaría fuera del hogar.

—Dime la verdad –le gustaban las cosas directamente, y más si de su madre se tratara.

—No le doy mucho tiempo, la enfermedad la está atacando bruscamente, de haberla tratado en un principio, otro final sería... –Shuuya no era de los que se callara las cosas o cambiará las palabras. Era un médico, debía decir las cosas claras.

Se enojo consigo mismo, por no atenderla a tiempo, por dejarla, esperando que con él tiempo se curará. Era un tonto.

Shuuya le palmeo el hombro —sin importar que pase, cuentas con nosotros.

Oh~ Shuuya claro que le tendió la mano, como nadie, pero, esta es una historia diferente. La familia Goenji era importante en el pueblo, demasiado, y, no la haría quedar en mal, jamás después de lo que ellos hacían a su familia, apoyarlos.

Aquellos dos eventos inesperados para el hechicero no lo detuvieron en su búsqueda.

Lo primero esta listo, frutos rojos, dos jóvenes amables y inocentes.

Lo segundo, algodón y seda, dos chicos con fortaleza y sensibilidad.

Y lo tercero, diamante y oro, puros y fuertes, pero también aquellos que apoyan y ayudan a otros.

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—Hay que regresar pronto, sino anochecera y no podremos ver el camino de vuelta –Kageyama caminaba detrás de Ranmaru con las manos sujetas a los hombros ajenos.

—Aún falta –comentó Shindou, pero igual, estaba deacuerdo en que regresaré temprano a casa.

Tenma iba delante con Kyousuke, Hakuryuu caminaba sin prisa con las manos tras la nuca sin preocupación, el solo ya había estado por esos lugares.

Los seis jóvenes querían ver más allá de lo que sus vistas veían, de aquello que escuchaban de la gente, querían saber la verdad y mentira de lo que se decía.

—El hechicero no es la gran cosa –dijo ante la conversación que iniciaron Tsurugi —seguro es solo para asustar.

Hakuryuu no contó nada de que, aquel joven hechicero se había quedado bajo su techo cuando fue la tormenta, si la platica que tuvo con el, ni siquiera a sus padres. Se mantuvo callado.

—¡Algo se movió! –chilló Hikaru.

—Es el aire que mueve los arbustos Hikaru –regaño Kirino, queriendo que el otro dejara de gritarle al oído cada que veia algo que no le parecía.

—¿Qué fue ese ruido? –de nuevo, Ranmaru tuvo que contenerse.

—También lo escuché –siguió Tenma.

Delante de ellos, unos lobos gruñian con fuertemente, tsurugi coloco tras de él a Tenma, Kirino con un desmayado Hikaru a su espalda, y Shindou con Hakuryuu espalda con espalda, ya que tras de ellos emergieron también lobos.

Continuará ~~

31 días con Masaki. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora