Adicinal 4

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El otoño es la estación en la que las hojas cambien su color, caen y viajan por las corrientes de aire hasta llegar a su destino.

El examen fue difícil pero no imposible para Masaki, quien empezaba sus estudios en la universidad de Tokio con Hikaru y Tetsukado.

Tantos años pasaron como agua, algunas cosas le dolía del pasado, pero las recordaba como promesa y saber.

Camino por el campus, grande y amplio, sobo sus brazos con las manos por el viento pasar donde él.

Los alumnos y maestros ingresaban a sus respectivos edificios para empezar la jornada, Tetsukado contaba sobre el gimnasio que tenía la universidad, emocionado por unirse al club de boxeo. Hikaru repasaba a ambos las reglas de la universidad.

Hakuryuu se mudo el año pasado con Ibuki al extranjero donde el chico estudiaba la universidad por una beca del setenta por ciento al ser todo un As del baloncesto, y al ser Hakuryuu un alumno de buenas notas le fue aprobada su traslado.

Tsurugi y Tenma seguían juntos, se había mudado a Okinawa donde era la familia de Matsukaze.

El día pasó más rápido de lo que pensaron, Shin estaba agotado por tantas materias mientras Kageyama no paraba de hablar y recordar lo visto aquel día.

Masaki tenía la vista perdida en el cielo, ambos amigos de este le notaron extraño desde hace unos días, pero le dejaban ser, esperarían a que el hablara.

Aunque sabían el por qué de su extraño comportamiento, Hayato ju to a su madre y hermanos fueron apoyados por la familia de Aoi.

Era extraño, desde eso, Matatagi tenía poco contacto con él.

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Después de una ducha y cenar con la familia, Masaki estaba con la vista puesta en el techo viendo como los colores cambiaban a cada minuto que pasaba, no esperaba esperando una llamada de o mensaje del chico, quería pero no hablar con él.

¿Y si no le quería ya? ¿Y si se relaciono con alguna chica, tal vez amiga de Aoi?

Su mente empezó a formular más y más hasta que sus labios sintieron la presión de otros muy conocidos siguiéndole el ritmo.

—No debes dejar la ventana abierta mié tras sueñas despierto –dijo a escasos centímetros de sus labios.

Sus dedos se entrelazaron.

—Si no la dejó abierta... ¿Cómo entraría? –otro beso.

—Vaya, me atrapaste –ambos rieron.

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Casi un bendito año para acabar esta historia que debió finalizar en un mes ¡un mes!

Aun así estoy satisfecha con el trabajo realizado, feliz por quienes leen esta historia.

Gracias a todos.

Saludos.

Fin ~~

31 días con Masaki. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora