31 días con Masaki.

<~22 Diciembre~>

Una semana, y ninguna noticia de Masaki. Shuuya era un león así como Hakuryuu y Yuka, Aki era más seria en el asunto, le dolía, si como a todos, pero, estar peleándose con otros por no encontrar a su hijo no ayudaría en nada.

Nunca habían visto de nuevo asi Shuuya, Yuka lloraba por las noches y Hakuryuu se dormía solo por el agotamiento que tenía encima.

La policía y todos los voluntarios hacían lo que podían, la escuela y amigos como compañeros, pero, nada. Solo podían pensar en lo peor.

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Shindou creía ser el último en el edificio, este se había quedado un rato más mirando unos videos de partidos anteriores, cuando escucho el sonido del agua en las regaderas.

No reía en fantasma ni nada, de hecho mirar con este películas de terror era una perdida de tiempo.

Al asomarse, Tsurugi con su ropa habitual puesta se encontraba bajo el chorro de esta ¿cuando o cuanto llevaba ahí?

Cerró la llave, suponía que aún se encontraba mal por lo de Masaki ¿y quien no? A la misma escuela conmocionó todo aquel asunto.

Se acomodo a su lado sin importar la humedad del suelo que había y guardo silencio, el mayor apoyo que podía ofrecer era ese, dar a entender que estaba ahí, todos, apoyándolo.

Aunque no se admitiera, Hayato y Tsurugi después de Hakuryuu eran los más afectados.

—Lo empeore...

Esperaría a que solo continuará.

—Debi... Dejar que... –gruñó, las lágrimas recorrían su rostro —solo lo empeore.