<~23 Diciembre~>

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Kariya Masaki.

Goenji Masaki.

Un chico que sólo busca llamar la atención, ser el centro. Con un lado bromista, amigable y tímido, y con su lado oscuro capas de ir más allá de sus limita y de toda regla.

El amante de las fresas y pastelillos, con gustos en la música y el fútbol.

Amaba a sus padres y familia biológica pese a todo, no les culpaba en nada. También amaba a su familia de Sun Garden y a la que Shuuya y Aki le dieron, sin pedir nada a cambio.

Amaba a sus amigos y compañeros.

Pero... Algo que amaba más que a su vida, que lo tenía alejado de todo para no molestarle más ni a nadie, porque, al final de cuentas, solo era un estorbo.

Por eso su tío le dejó en Sun Garden, por eso ellos le dieron como última opción ante el rechazo de otras familias, por eso estos estaban más estresados.

Era un problema andante.

Y debía arreglar eso.

Debía...

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Al tercer día sus ojos dejaron de derramar las lágrimas que días y noches atrás dejaron salir, el dolor del pecho no eran tan intenso, de hecho se sentía vacío.

El celular en modo avión para que nadie le molestara, mirando de una en una las fotos de todos.

Reía, recordaba, se removida en su lugar, y luego dejaba el celular de lado dándole la espalda. Era un tonto.

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No se levantaba a menos que fiera demasiado necesario, como hacer sus necesidades o tomar un poco de agua, comer un bocado, solo un poco para engañar al estómago.

El cabello enmarañado, sucio, así omo todo su cuerpo sin ducharse ni cambiarse las ropas.

Se envolvía de nuevo en las colchas, volviendo a su nido y envolverse de nuevo en sus ideas y pensamientos hasta que el sueño volviese.

Dormir. Refugiarse en esa guarida en la que nadie le encontraría, solo para el. Sin molestar a nadie.

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—Ellos son el señor y la señora Goenji –presentó Hitomiko al chico cruzado de brazos que miraba a otro lado, ya sabía que, después de un tiempo, lo regresarían.

Un día. Una semana. Un mes.

¿Qué pasó? ¿Porque se sentía cómodo entre ellos?

Aki desde el primer día le dio el amor y calor de madre que, comenzaba a olvidar. Shuuya era un hombre distinto al que se veía en la tele, era... Él, así de simple. Y Yuka quien no dudaba en preguntar si estaba bien o necesitaba algo.

Y al final estaba Hakuryuu, quien fue adoptado antes que él, un chico que pese a su tormentosa y burlona forma de ser, sin olvidar su manía de ser mejor que cualquiera, se preocupaba por el.

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—Te veré en este punto al salir –dijo en despedida el primer día de clases el bicolor al de cabello cyan.

Igual se lo encontró en la hora de la comida, notando una leve sonrisa en este al verle con sus compañeros de clase.

Hikaru se encargaba siempre de que Masaki no estuviera solo y que se sintiera parte del grupo de amigos.

En el equipo, no fue difícil integrarse ante la buena relación que se tenían todos, y estando su grupo del salón más su hermano, no había pierde. Nosaka y Yuuichi eran muy agradables y podían aclarar dudas como Shindou y Kirino.

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De nuevo el llanto, ese sentimie to de masoquismo, de estarse culpando de todo, por que, así creía que era.

¿Porqué no se alejo desde antes que le fuera más difícil? ¿Porque desde un principio todos le aceptaron tan fácilmente?

31 días con Masaki. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora