31 días con Masaki.

<~31 Diciembre~>

Lo que empezó en el callejón, terminó en la calle, o más bien en la estación de policías donde Yuuichi, en ausencia de sus padres fue por el menor y en caso de Hayato, quien era el que tranquilizó y o más bien fue el punto que golpeaba Kyousuke, la fue te de su enojo y capricho por Masaki.

Aki estaba a lado de su hijo, fue llamada también para recoger al chico; ese día faltaron los tres a clase.

Sus tutores se encontraban dentro de la oficina con la mujer encargada mientras ellos esperaban fuera después de la enmienda puesta por la misma mujer. Masaki en medio de ambos, la tensión se sentía igual o mayor que cuando empezaron en el callejón.

—Lo siento –musito Matatagi desviando la mirada al ver que el de cabellos cyan se giro a verle —ambos... No es suficiente con las palabras, por ello tome la medida de cambiar de instituto al anterior donde planeaba entrar en un principio, por razones familiares terminé en Raimon...

Tsurugi seguía cruzado de brazos sin ver a ninguno de los dos, en realidad estaba molesto con el mismo, por actuar así, y de no ser por la intervención de Matatagi, hubiera hecho algo que no podría reparar nunca.

Bajo la mirada —¿que sientes por Masaki? –aquello salió sin más, sonrojando a ambos.

—Lo quiero –confesó —al principio, fue atracción, comenzamos el “despertar”, pero... Al final y al distanciarme, me dolió, saber que esta contigo no me da la total calma...

—Estoy aquí –habló siendo la atracción de ambas miradas a su lado.

El personal del lugar realizaban sus labores como de costumbre, pero no faltaba quienes dieran un vistazo a lo que pasaba con los jóvenes, ellos también fueron jóvenes alguna vez y pasaron por temas iguales.

Les dejaban ser, no intervendrian. Continuaban con sus asuntos de un lado al otro, otros con un ojo en ellos, vigilando en caso de que vuelvan a pelearse, por que, aun siendo llevados en patrullas diferentes, al bajarlos volvieron a enredarse en golpes los dos chicos.

—¿Tú? –cuestionó Matatagi al otro, estaba claro que no hacían presente en ese momento a Masaki.

—Lo amo, pero caí en el juego infantil –sincero —saber lo que hacían, lo soporte...

—Ustedes dos... –se irritó Masaki golpeando a ambos en la cabeza —no hablan mis intimidades en público –expresó —todos metimos la pata en esto y ya, zas se acabó Empecemos de cero. No es fácil, para nadie, se que yo hice mal, muchas cosas mal, pero estoy haciendo todo lo posible por mejorar, por ser una mejor persona.

Ambos le miran y se avergüenzan de sus actos, era verdad, Masaki pasó por cosas dolorosas, Matatagi sabía lo que era pasar una parte por el abando, su padre lo había dejado con su madre y hermanos, era doloroso, ahora, ser dejado por ambos.

La puerta se abrió, Kino fue la primera en salir seguido por la oficial y finalizando con Yuuichi y el maestro de Hayato. Kino fue con Masaki que estaba de piel tomándolo de los hombros —vámonos.

Cada uno se fue por su lado.

.

En casa, Aki debía hablar de algo importante con Masaki, llevaba el camino pensando en ello pero no sabía de qué manera empezar, era difícil.

—Masaki... Quisiera hablar contigo –el chico no tardo en prestarle atención a su madre, le quería como tal —hijo... Se que estos días no haz pasado por buenos momentos...

Le dolía, como madre, le dolía lo que sabía que igual o mayor sentiría su hijo al saber la noticia, tal vez no se lo tome como ella imagina, pero, estaba en las posibilidades.

—Me hablaron del orfanato informándome que tus padres murieron... –debía ser directa y seria en ello —cariño... Tú madre... Esperaba un hijo, tu hermano...

Las lágrimas resbalaban por las mejillas, de dolor, de enojo... Lo abandonaron, dijeron que volverían por el en cuanto las cosas se solucionaran, pero jamás volvieron siquiera a verle, de hecho su tío fue quien lo llevó al Sun Garden.

Y todavía ¿se atrevieron a tener otro hijo, habiendo dejado uno? No tenían perdón.

Aki le abrazo, no supo cuando. La mujer le retenía contra su pecho mientras el dejaba salir su enojo. Después de lo sucedido con el al huir, creyó que no tenía más lágrimas que derramar, estaba equivocado.

De las escaleras, Hakuryuu observaba todo.