Al siguiente día Lara casi había echo todo lo que debía, solo faltaban dos cosas.
Ya eran las doce en punto y tal como lo había prometido, el chico de cabello rubio fue al salón de clases en donde siempre se encontraba la castaña, pero a diferencia de los otros días ella no se encontraba ahí, en su lugar había un cuadro junto a uno de sus cuadernos.
Leo se acercó a ellos; estudio con detenimiento el cuadro en el que se encontraba pintado un castillo derrumbándose, y dentro de este lo que parecían ser pedazos de una escalera, los escombros que caían formaban un gran muro en la parte de abajo del dibujo. Sabía perfectamente a lo que se refería esto, pero jamás creyó que la chica lo representaría en un dibujo lo cual le pareció algo sorprendente, colocó el lienzo con cuidado de no dañarlo sobre la mesa y tomó entre sus manos el cuaderno que yacía sobre la mesa, al abrirlo se encontró con todos los dibujos que su amiga de ojos marrones había elaborado, en ellos se veía el tiempo desde que la chica había comenzado a utilizar aquel objeto tan importante para ella, vio seis años de dolor plasmados en hojas, cada vez que la castaña sentía o le sucedía algo lo dibujaba, al ir pasando las hojas podía percibir cada uno de los sentimientos que transmitían cada una de las ilustraciones dibujadas con tanta paciencia y cuidado sobre la hoja, cada uno de los trazos era delicado y cada parte estaba perfectamente detallada.
El chico decidió quedarse sentado mientras esperaba a que su amiga llegase, mientras tanto examinaba a detalle cada uno de los dibujos del cuaderno recordando todas las veces que había estado observando a la chica queriendo saber lo que dibujaba, todas las preguntas que tenía antes habían sido contestadas, a excepción de una ¿Dónde estaba Lara? Paso tanto tiempo contemplando el cuaderno de la chica y lo que se encontraba en él que había olvidado ver la hora, esperó pero ella jamás llegó así que se levantó y tomó con delicadeza el lienzo y él cuaderno de la chica para cuidarlos, esperando verla al día siguiente para dárselos, pero al levantar las cosas algo salió volando de entre las hojas del cuaderno, el chico levantó el papel que había caído al suelo notando que era un sobre, lo abrió y comenzó a leer
Querido Leo.
Te dejé mis cosas más preciadas ya que se que sabrás valorarlas, desde el primer día en que me hablaste supe que serías alguien especial para mi pero no me imagine cuanto, aún siendo una completa extraña decidiste acercarte a mi y todos los días estabas presente para que no me sintiera sola y aunque no te hablase seguías yendo, sin duda eres alguien muy especial y agradezco que me hayas escuchado, comprendiste que necesitaba que estuvieses lejos de mi para protegerte de los demás y aunque estabas en desacuerdo con esto lo hiciste, solamente porque te lo pedí, en ese momento supe que quería encargarte a ti una tarea muy importante ya que se la cumplirás: Cuando encuentres a alguien que de verdad aprecie mi arte dale este cuaderno y si piensas que de alguna forma podría ayudarle dejaselo, no dejes morir esto. Se que tú valoras mi arte pero quiero ayudar a alguien a arreglar sus problemas, que sepa afrontarlos de la manera correcta para no terminar como yo.
Fuiste la única persona que estuvo para mi en el momento en que mi hermano hizo lo que hizo, escuchaste mi historia y no te fuiste.
Gracias por ayudarme cuando estaba totalmente pérdida, y por ser mi compañía durante la soledad, pero esto no podría terminar de otra forma, lo intenté te juro que intenté olvidar todo y comenzar de cero, pero no pude. Los recuerdos me persiguen a todas partes, con lo que pasó la otra vez con mi pintura te dije que estaba bien pero sabes perfectamente que no lo estaba, no pude mirarte a los ojos y mentirte, no a ti. Quiero que sepas que nada de esto fue tu culpa, de echo me hiciste pasar algunos de los días más felices de mi vida y así es como debía terminar todo, aunque hubieses intentado detenerme no lo habrías logrado, ya había tomado una decisión. Siempre te voy a querer.
Con cariño Lara Kler.
Al terminar de leer la carta el tenía los ojos totalmente cristalizados, sabía lo que eso significaba y no podría hacer nada, una vez que la castaña decide hacer algo no hay quien la detenga, lo que lo hacía sentirse mal era que sabía todo por lo que la castaña estaba pasando pero no había podido ayudarle, ahí fue cuando comprendió que la despedida del día anterior, de su amiga había sido su adiós... Para siempre, y estaba dispuesto a cumplir con lo que su amiga le había pedido.
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Lara Kler
Short StoryEl mundo esta lleno de locos, y en un mundo de locos los únicos cuerdos están locos.