18🔪*

301 15 0
                                    

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!

Siento que el grito por poco me rompe las cuerdas vocales, pero no pude contenerlo, el miedo que viene a mí ante semejante imagen junto a la sumatoria de las pesadillas, me ha puesto tan nerviosa en este lugar que no pude soportarlo ni contenerme. Desesperada y enloquecida por el miedo, intento correr, atravesar el laberinto en plena obscuridad, mas no puedo evitar chocarme una y otra vez en mi huida aterrorizada. 

Los pazos tras de mí se escuchan junto con mi nombre siendo emitido una y otra vez por una voz ronca cada vez más cerca. Por Dios, que alguien me ayude. Las lágrimas escapan de mis ojos como ríos mientras mi respiración se acelera como locomotora, casi podría decir que estoy con un ataque de pánico, sin embargo, yo no sufro eso y esto es cada vez peor. En un nuevo giro me choco contra otro vidrio y eso me detiene por un momento, frotándome la zona dolorida, no obstante, cuando estoy por volver a correr, un par de brazos me atrapan por la cintura y un nuevo grito de terror escapa de mi boca. 

-¡TRANQUILA YES QUE SOY YO! ¡SOY ANDY, TRANQUILA!

Esa voz... Inmediatamente dejo de retorcerme como culebra, y volteo a mirar sobre mi hombro, encontrándome con esa mirada azulada que tanto me gusta, ahora con un brillo extraño debido a la poca iluminación, pero que de igual forma me transmite paz, aunque también angustia y preocupación. 

-¿Andy?

-Sí soy yo, tranquila. ¿Qué pasó? ¿Por qué corriste así? 

-Yo-yo... Yo vi...

-Shhhhh... Tranquila, calma, estoy aquí contigo. 

-Ay Andy...

-Respira hondo, eso es, así, tranquila que no pasa nada. 

Lentamente, con suaves caricias suyas en la espalda que me reconfortan, mi respiración se tranquiliza y me estabilizo, recuperando el control completo de mi persona. No sé cuánto permanecemos así, en esa posición de mí abrazada a su persona y con él a mi alrededor, pero eso no me importa, salvo por el hecho de que podrían creer que hemos muerto debido al tiempo que hemos pasado aquí dentro. 

Con calma, finalmente separo mis brazos de su torso y alzo la mirada, encontrándome con la suya, la cual muestra una preocupación más que clara en esos azulados iris brillantes, aún en esta penumbra tenuemente interrumpida por las pálidas y débiles luces que nos dan un poco de claridad entre tanta obscuridad. Su mano se alza y, con cuidado, me quita del rostro los mechones que cayeron en mi huida, permitiéndome verlo mejor y que él también lo haga. 

-¿Estás bien? ¿Te duele algo?

-Solo un poco el golpe, nada grave. Gracias. 

Sus dedos pasan por mi frente con suavidad, notando el bulto que empieza a formarse en el lugar del impacto y, con delicadeza, deja un suave beso en ese lugar, sonriéndome con dulzura y ayudándome a ponerme en pie agarrándome por la cintura. 

-Ahora que ya estás más tranquila, ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué saliste corriendo así?

-Yo... Me vas a creer tonta seguro, sin embargo... Dios, esto es vergonzoso.

-Descuida, no tienes que tener vergüenza de ningún tipo conmigo, no te juzgaré ni me reiré de ti, tranquila. Dime, ¿qué pasó?

-Bueno... La cosa es que, en un momento mientras caminábamos, te perdí de vista y te llamé, te busqué y no me respondías ni aparecías, por lo que empecé a preocuparme. Volvieron a mi mente las pesadillas que he tenido y todo lo que había estado escuchando de los asesinatos, no pude evitarlo, y el miedo me empezó a inundar. Intenté mantener la calma y ser racional cuando, de un momento a otro, empecé a escuchar pasos y creí que eras tú. En el momento en el que me di vuelta hacia el origen de los pasos, casi me da un infarto y se me sale el corazón del pecho: lo que vi era un rostro un tanto distorsionado, del otro lado del vidrio, con una sonrisa sangrienta. El miedo se adueñó de mí y corrí, fue ahí cuando me choqué contra la pared de vidrio. 

Melodía de Muerte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora