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Un trueno fuerte estruendo me despierta de golpe, de sobresalto, haciendo que me siente de golpe en la cama y un dolor punzante se me clave en el medio de la frente. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué me duele la cabeza? ¿Qué fue eso? Esas y más preguntas inundan mi atontada mente mientras intento ubicarme correctamente en el espacio tiempo en el que me encuentro al tiempo en que espero que el dolor merme. 

En cuanto la punzada desaparece, soy capaz de razonar con mayor calma y observar mi entorno y a mi propia persona, dándome cuenta de que estoy en el cuarto de hotel que me pertenece y con una camisa grande pues que, por el tamaño, es obvio que no es mía. Intentando hacer memoria, los retazos de momentos que vienen a mí, me hacen pensar que quien me trajo y me cambió el disfraz no es otro que mi jirafón, mas eso solo hace surgir otras dos preguntas y mantiene una de las anteriores: ¿dónde está el ojiazul? ¿Qué hora es? Y ¿qué fue ese ruido?

El reloj sobre la mesita de luz junto a la cama me hace saber que es de madrugada, las tres cuarenta de la mañana para ser más exacta, lo cual me desconcierta y, por experiencias anteriores, me hace ponerme en estado de alerta. Nunca cuando me despierto a esta hora suele ser algo positivo, en absoluto. En todas las últimas veces, ha pasado algo negativo, y dudo mucho que esta vaya a ser diferente. Solo falta que llueva a cántaros para que sea la escena completa de una maldita película de terror.

A pesar de todo, Andy no está aquí, siendo que es más que obvio que él fue quien me trajo de vuelta al hotel y, como definitivamente esto no es un sueño y ese ruido pareció el sonido que hace algún objeto al caer como cuando hay una pelea, decido ir a investigar. 

Lo sé, parezco idiota, ir directo hacia lo que se supone que es algo negativo después de todo lo que me ha pasado y he vivido en el último tiempo, no obstante, no pueden culparme: ahí afuera, en algún lado, Andy está solo (porque estoy seguro de que ni los chicos ni Any han vuelto aún) y si está en apuros, no puedo abandonarlo.

Agarrando mi celular y regulando la intensidad de la luz de mi linterna para que no sea tan obvia, salgo de puntillas del cuarto, empezando a recorrer el pasillo que lleva a los cuartos, intentando averiguar de donde vino el sonido, hasta que otro golpe tras de mí, me hace volver y enfilar al cuarto que sé que le pertenece a mi jirafón. ¿Está ahí? Ay Dios...

Armándome de valor, trago con dificulta y enfilo hacia allí, notando que la puerta está entreabierta, por lo que solo la empujo con suavidad para evitar ruidos y entro en absoluto silencio. No hay luz casi en ningún lugar, salvo la que sale de la rendija del baño y otro ruido sale de ese lugar, haciendo que mi necesidad de ir hacia ahí aumente; ¿qué pasa si está herido o algo? ¿Y si se golpeó y se está curando, pero se le está dificultado? 

Sé que, muy probablemente solo me estoy intentando justificar para ir hacia allí, mas ya está echada la suerte, estoy aquí, a menos de diez metros del foco de los ruidos extraños y tengo que saber qué es lo que ocurre. 

Así que, nuevamente de puntillas, me acerco a la puerta y trato de atisbar algo dentro. Lo primero que veo es un destello de luz, la diferencia de iluminación entre dentro y fuera del baño es bastante, por lo que me cuesta enfocar al principio, sin embargo, me acostumbro rápido y, casi al instante, ya soy capaz de atisbar gran parte del baño. Entre lo que alcanzo a distinguir están el inodoro, el armario de blancos y parte del lavamanos y del espejo. 

Andy no se ve, no está al alcance de la rendija, por lo que intento moverme un poco para poder mirar un poco más del interior y, en cuanto doy un paso, una sombra aparece recortada contra la luz. Parece apoyada sobre el lavamanos, como si estuviera sosteniendo su peso y, ahora que miro mejor, veo un par de elementos de lo que parece porcelana o algo así, tirados y quebrados sobre el suelo. 

Melodía de Muerte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora