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-¿Andy? ¿Qué estas haciendo aquí?

-No podía dormir, nos interrumpieron nuestra tranquilidad y diversión y estoy frustrado.

-Suenas como niño pequeño al que le han quitado su dulce.

-Lo de niño quizás no sea apropiado, por varias razones, pero sí que me quitaron mi dulce.

-¿Cuándo?

Me doy vuelta, enfrentando al ojiazul del que veo poco y nada de su rostro, mas siento su cuerpo. Sus dedos pasean por mi mejilla, acariciándola mientras hace mi cabello a un lado.

-Lo hicieron al interrumpir nuestra salida y hacernos volver.

-Exageras.

-No, no lo hago. Había esperado mucho en silencio, ansiando poder disfrutar de tiempo solos, sin embargo, cuando más lo estaba gozando, van y nos interrumpen.

-¿Más lo estabas gozando?

-Sí, y mucho, sobre todo cuando te tuve entre mis brazos y te besé.

Su boca roza con la mía, dejándome sentir el frío tacto del metal en su labio, de su aro, al tiempo en que lentamente va transformándolo en un beso y profundizándolo, acariciando los míos con su lengua incitándome a dejarle paso al interior de la cavidad que desea explorar y haciendo que un extraño cosquilleo inicie entre mis piernas, que algo en mi cuerpo y mi cerebro grite que me acerque más a él. De repente, mi mente es asaltada por imágenes de mí, probando su piel en diferentes zonas de su persona, y deseos de que, eso mismo que él está haciendo en mi boca, lo haga en otro punto se mi ser, mucho más abajo de su ubicación actual, imaginando lo bien que debe de sentirse eso. No obstante, ese pensamiento me asusta y, de forma casi como reflejo involuntario ante el dolor, me separo de él y me siento en el colchón, dándole la espalda en tanto intento normalizar mi espiración.

-¿Yes?

Su voz suena extrañada, confundida, y con toda la razón del mundo por mi reacción tan abrupta. No tengo idea de qué decirle, he tenido tan pocas relaciones en mi vida, que podría contarlas con los dedos de una sola mano... y me sobrarían cinco dedos. 

Síp, es correcto, jamás he tenido una relación en toda mi existencia y todo porque, siendo hija de un conocido magnate de la música, nunca confié en nadie ni me acerqué lo suficiente a alguien por temor a ser utilizada y no obtener nada más que sufrimiento. Puede que suene exagerado, aunque en vista de cómo es la sociedad actual, no pensaba arriesgarme, no soy tan tonta. 

La firme, mas suave mano de Andy, se posa sobre mi hombro con delicadeza, no volteándome, solo haciéndome saber que está aquí, apoyándome en silencio.

-Lo siento.

-Descuida, creo que se me fue la mano.

-No, no es tu culpa, el problema soy yo.

-Yes, no...

-Sí, es verdad. Vergüenza o no, la realidad es la que es y yo...

Suspiro pesadamente, ¿quién habría dicho que admitir esto sería tan complicado? Jamás creí que mi virginidad fuera algo malo en absoluto y tampoco he sido nunca de las que creen que se debe llegar pura al matrimonio. Mi madre siempre dijo que tuviera cuidado, que no deseaba ser abuela a temprana edad, pero que el sexo era algo que, si se hacía con la persona correcta, aquella que nos apreciara como somos realmente y nos quisiera como tal, era una experiencia inigualable, un momento de disfrute puro que pocas cosas en la vida podrían igualar.

Para mí, esa "persona correcta" jamás llegó porque no me lo permití, y ahora, en este preciso instante, no tengo idea de cómo conducirme o qué hacer, estoy en blanco y, por primera vez en mi vida, mi inexperiencia en el plano sexual me abruma y me hace sentir inferior, aunque no entienda realmente el porqué. He leído libros sobre el tema, novelas con esa temática y demás, como cualquier otra adolescente, y eso no me ayuda en nada en este momento, porque no implica un conocimiento real más allá de la imaginación.

Melodía de Muerte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora