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Alia se está poniendo nerviosa y yo no estoy muy diferente, llevamos una hora llamando a nuestros cachorros pero no aparecen, las personas que están tampoco les han visto.

Los alfas han venido a ayudarnos, pero parecen tan perdidos como nosotros, escucho el sollozo de mi pareja a unos metros de mí, me acerco a ella y la dejo llorar sobre mi pecho, la abrazo con fuerza, pegándola a mí tanto como puedo.

—Mina...— susurra.— Byeong-Ho... volved.— su voz me duele tanto como que mis cachorros no aparezcan.

—Volved a casa chicos, nosotros seguiremos buscando.— nos pide Jin, Alia se niega por lo que acabo cogiéndola para irnos.

—Encontrarles por favor.— Nam Joon asiente y, junto a Jin vuelven con los demás.

Tengo tantas ganas de llorar que no creo que sea normal pero, por la luna, mis cachorros acaban de desaparecer y son aún demasiado pequeños como para entender y usar ese lazo, es demasiado para mí, Alia llora escondida en mi pecho todo el camino y yo lucho por poder retener las lágrimas que se mueren por correr con libertad por mi cara.

Mis cachorros, tengo que traerles a casa, tienen que volver, no puedo aguantar mi angustia mezclada con la de mi mate, la tristeza y el dolor son demasiado fuertes como para soportarlos, es un dolor idéntico al que sufrí con la muerte de Alia.

Abro la puerta con dificultad, no hay nadie en casa, me dejo caer sobre el sofá con Alia aún sobre mí, se hace una pequeña bola de sollozos y lágrimas del dolor y sufrimiento más puro, joder no aguanto más.

El primer sollozo escapa de mi garganta, seguido de mil lágrimas y aún más quejidos, Alia se aferra a mí y se oculta aún más en mi pecho; yo la abrazo con más fuerza, la apego aún mucho más a mí, los dos lloramos escondidos en el otro.

—Mis cachorros...— hipa, siento la camiseta húmeda por sus lágrimas, la abrazo con más fuerza.—Mis cachorros...— repite.

No deja de repetir esas dos palabras durante las horas que permanecemos sentados en el sofá, llorando y sollozando. La puerta de casa se abre, el aroma dulzón de Min Ho nos envuelve, alzo la cabeza, seguramente está roja e hinchada por las lágrimas que aún salen con fuerza, el omega también tiene cara de sufrimiento, también está afectado.

—Los- los alfas me han contado lo que ha pasado.— su voz se rompe en un sollozo, frota sus ojos.—Noona, les encontraremos, les encontraremos.— Alia se aleja un par de centímetros de mi pecho cuando Min Ho corre hacia nosotros, se tira  de rodillas al suelo y sujeta las manos de mi pareja de una forma bastante incómoda, los sollozos no cesan.


Llegada la media noche Alia se duerme por fin, la tumbo en la cama, su rostro está lleno de lágrimas, rojo e hinchado, miro hacia la ventana, la luna llena está en su punto álgido y comienza a tomar un color rojizo. 

—¿Qué podemos hacer, Diosa?— pregunto mirándola a través de la ventana pero no recibo respuesta alguna.

Min Ho ya está dormido y yo, incluso con el agotamiento, soy incapaz de pegar ojo, me dejo caer en el sofá, las lágrimas vuelven a caer por mi rostro, me lo tapo con las dos manos y me hecho hacia delante, apoyando mis codos sobre mis muslos.

El regreso de los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora