Reencuentros.

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Estaban a punto de entrar hasta que tres hombres de traje salieron, el que parecía de alto rango se veía sumamente molesto y venia mascullando malas palabras, quedaron frente a frente. El albino bajo la mirada para evitar ser visto.

—¡Tú!. —Hablo al ver al azabache, tal parecía que se conocían.— Llevo una maldita hora  esperándote.

—Perdón tuve problemas, fue un mal día. —Trato de excusarse el Fushiko.

—¿Mal día?. Acabo de bajar de un avión y no he dormido en veinticuatro horas, he querido volver a este país desde hace años y lo primero que debo ver es tu patética cara.

—También te extrañe idiota. ¿Traes los documentos?.

Ambos hombres empezaron a hablar, el albino y los otros dos sólo observaban, le era incómodo estar ahí. Carraspeo levemente tratando de llamar la atención del Fushiko.

—Yo debo irme, tal vez nos encontremos de nuevo. Con permiso. —Dio un paso y sintió la mano de alguien en su hombro, instintivamente volteo.

Se topó con unos ojos azules tan claros como el mismo cielo, una mirada segura y un rostro que mostraba determinación, era el hombre que hablaba con el Fushiko. Se le hacía conocido. Y entonces el hombre hablo.

—¿Fluffy?. —Ese apodo, solo una persona era capaz de llamarle así, lo miro con atención y lo supo.

—¿Lobo?. —¡Era él! ¡Era Koga!.

Ambos se fundieron en un gran abrazo, después de tantos años se habían reencontrado.

Los demás no entendían lo que ocurría, Inuyasha no entendía como el albino conocía a un heredero como lo era el moreno de coleta.

—¡Eres tú! ¿Como has estado? ¿Como esta Nana Kaede? ¿Nuestros hermanos?.

—Una pregunta a la vez lobo. —Sonrió ante el entusiasmo del moreno, era como hacia ya tiempo atrás.

—Tienes razón, oye perro. —Volteo a ver al Fushiko. — Solo firma los documentos, tengo tiempo perdido que recuperar. Ginta, Hakkaku, hacerse cargo.

—¿Ustedes se conocen?. —Hablo al fin Inuyasha con algo de duda.

—Koga es mi hermano.

—Vaya, tienes muchos hermanos. —Contesto sin perder las dudas, ciertamente era extraño el parentesco que se decían tener y eso que conocía de algunos años a Koga y jamás había mencionado nada al respecto.

—Oye Fluffy, ¿de donde conoces al perro?.

—Sigues poniéndoles apodos a las personas, ¿verdad?. —El hombre sonrió. —Es una historia bastante graciosa podría decirse, nos conocimos hace unos minutos y somos amigos.

—Bien, quiero que me cuentes todo, quiero saber que fue de todos ustedes. —Hablo animado y paso su brazo por sobre el cuello del albino de manera amistosa.— Pero vamos adentro, será más cómodo.

Al final Inuyasha fue invitado, los tres entraron  al establecimiento y pasaron a una mesa vacía.

Un mesero les atendió, les sirvió una copa para empezar.

—¿Nana Kaede aun vive?.

—Claro que sí, apenas tiene sesenta años.

El Fushiko se mantuvo al margen pero atento a la platica.

—He querido volver desde hace tiempo. —El moreno empezó a relatar.— Los primeros cinco años fueron buenos, desafortunadamente mi madre adoptiva falleció, sus familiares extranjeros nos pidieron que nos fuéramos con ellos, mi padre adoptivo aceptó.

—Lo supe, te habías mudado y no pude despedirme por ser menor.

—Sí, con el tiempo me auto impuse una regla y era ser el mejor, quería que ustedes y Kaede estuvieran orgullosos de mí y por eso mismo empecé a estudiar y ser lo que soy ahora. —Contó con una sonrisa nostálgica. Horas, días,  meses y años estudiando para ser un digno portador del apellido y enorgullecer a sus hermanos.

—Pues lo has logrado, hermano. —Sonrió, hacia tiempo que no lo hacía y se sentía bien, el día no podía ser mejor, tenía un nuevo amigo y había encontrado a su hermano después de tantos años.

—Y por cierto perro, ¿cómo acabaste siendo amigo de mi hermano?. —El azabache se sobresalto al escuchar el típico apodo proporcionado por el moreno, suponía que no sería requerido en ese reencuentro.

—Pues digamos que una extraña fuerza hizo que me cayera encima, iba caminando y buscaba este lugar.

—¿Extraña fuerza?. —Repitió confundido.

—Kagome. —Contestó el albino a lo obvio, técnicamente ella tenía la culpa de ese extraño y penoso accidente.

—¿Kagome? ¿La chiquilla traviesa? ¿Aun esta en en orfanato?.

—Esa misma. Sigue en el orfanato porque se niega a marcharse, hace hasta lo imposible para quedarse y eso incluye portarse mal en las entrevistas. —Recordó el día en que casi la adoptaban, la niña tenía unos diez años pero empezó a llorar y a aferrarse a él pidiendo ayuda, no quería irse e hizo todo lo posible para quedarse y lo había logrado.

—Quiero verlos, a todos.

—Oye Sesshomaru, ¿Acaso tienes más hermanos?. —Preguntó el Fushiko haciéndose notar y el albino mostró una pequeña sonrisa.

—Sí, tenemos muchos hermanos. —Contestó. No entendía nada, esos dos no parecían familia ya que eran muy diferentes, un albino y un moreno. Ojos azules y dorados, ¿Como podían ser familia? Al igual que la chica que había visto antes, era algo extraño y no lo entendía.

—Bien, comamos y después me llevas a verlos a todos.

La comida fue amena, aunque el Fushiko estaba al margen, era un reencuentro y no era requerido así que no le tomo mucha importancia, después hablaría con el albino y reforzarían su nueva amistad.

Koga contaba su vida con entusiasmo, estaba alegre y era muy notorio. Sesshomaru le escuchaba atento y contento de haber encontrado a su hermano, estaba ansioso por llevarlo a ver a los demás.

Al terminar iban en camino al orfanato, el azabache los acompañó también. Veía al albino charlar con el moreno animada mente y con una pequeña sonrisa.

Si bien apenas hacia unos minutos lo había conocido, sentía que quería ver siempre esa sonrisa y tal vez que fuera dedicada sólo para él, ahora sólo le quedaba observar como esos dos se sonreían y hablaban de sus experiencias vividas separados uno de otro. Sin duda el camino sería largo.

Continuara...

Tú eres mi felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora