El viaje a Sapporo.

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El día del viaje llegó, Sesshomaru estaba saliendo de su habitación con una pequeña maleta, estaba nervioso, era la primera vez que dejaba el orfanato por tanto tiempo.

El sol apenas dejaba ver sus primeros rayos, el Fushiko debía estar antes que todos y eso significaba que debían partir temprano.

Desayunó con sus hermanos y salieron a la acera para esperar al Fushiko.

—Sesshomaru, aun te puedes arrepentir y quedarte con nosotros. —Fue Kagura la primera en hablar. No quería que Sesshomaru se fuera, sabía que algo ocultaba con el azabache y no estaba dispuesta a perderlo sin luchar.

—Lo siento Kagura, di mi palabra y ahí estaré.

—Kagura, no te preocupes por Sessh. Tenemos confianza en Inuyasha, estarán bien. —Añadió el médico.

Tanto como Bankotsu y Suikotsu no sabían de los sentimientos de Kagura hacia Sesshomaru. Era algo que decidieron mantener oculto y por eso mismo ellos creían que su molestia por su partida se debía a la preocupación que ellos mismos tenían.

Estuvieron unos minutos esperando hasta que un auto negro se estacionó al frente, lo reconocieron de inmediato, era el auto que usaba el chofer cuando a Inuyasha no le apetecía conducir.

—Joven Sesshomaru, el amo Inuyasha le espera en el aeropuerto. —Informó el chófer al bajar.

—De acuerdo. —Volteó a ver a sus hermanos. — Los voy a extrañar, nos vemos en tres días.

Abrazó a todos, antes de subir escuchó la voz de Kagome y temía que saliera con algún comentario en doble sentido como era su costumbre. Eso lo avergonzaba mucho.

—Sesshomaru, diviertete. —Le dijo la adolescente con una sonrisa. Le devolvió el gesto. No esperaba un comentario así.

Sintió el camino largo, pero por fin llegaron al aeropuerto.

Un guardia lo condujo hasta el hangar privado de los Fushiko donde el azabache ya le esperaba.

—Buen día Sessh, espero que estés listo para partir. —Dijo y se acercó para recibir un beso.

—Buen día. Por cierto, esa cosa no se va a caer... ¿verdad?. —Preguntó refiriéndose al jet privado que usarían.

Al final era la primera vez que subiría a una de esas enormes máquinas de acero.

—Claro que no, Sessh. —No pudo evitar reír ante la pregunta. Toda su vida había usado ese tipo de transportes, no era raro para él usarlos.

—Bien, entre más rápido suba más rápido podré bajar. —Comentó con una pequeña risa para ocultar sus nervios. Subieron.

—El vuelo durará una hora y media, puedes usar lo que quieras. —Dijo mientras se sentaba.

—De acuerdo. —Se sentó frente al azabache y se ajustó el cinturón.

—Y eso me incluye a mí. —Comentó con una sonrisa de lado, amaba molestar al albino con ese tipo de comentarios.

El albino suspiró, no sería un día normal si el azabache no lo empezaba con alguno de sus comentarios sugerentes.

—Idiota. —Le arrojó lo primero que encontró, una botella de agua.

—Mi día no podía comenzar sin que me regañaras, Sessh. —Río. Cuando decía algo de ese tema el albino solía recriminarle y algunas veces golpearlo con algo, no le molestaba incluso le animaba a seguir haciéndolo. Ver un cambio de expresión en su rostro era algo digno de ver.

—Entonces deja de decir esas cosas.

El capitán anunció que el viaje empezaría. Al principio el albino se sintió mareado y algo nervioso pero el Fushiko le recomendó dormir para que el viaje se le hiciera corto y lo hizo, prefirió dormir que sentir el vuelo.

Tú eres mi felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora