—¡Mackenzie!—me llamaron mis padres, salí de mi cuarto y bajé corriendo las escaleras para llegar al salón.
—¿Qué pasa?
—Feliz navidad—dijo mi madre con una sonrisa.
—Sólo te hemos podido comprar un regalo, pero es muy especial—dijo mi padre mientras me daba el regalo.
Lo cojo con una gran sonrisa en mi rostro, pero esa sonrisa desaparece cuándo veo que el interior contiene una aguja.
—Augh—dije tirando la caja al suelo y observando mi dedo, el cuál, me he pinchado.
—Feliz navidad—repite mi padre, saca un cuchillo y lo qué veo es sangre por todo el suelo.
—¡No!—me despierto y vuelvo a la realidad.
A la triste realidad.
Suspiro y decido levantarme para prepararme para el instituto. Sé qué lo voy a pasar mal con mi regreso, toda la gente de allí sabe qué desaparecí. Incluso los profesores.
Salgo del motel y camino hasta el instituto. Mientras voy andando, alguien me da en el hombroy veo qué es Scott.
—Hey, ¿estás lista para volver?
—Sinceramente, no. Tengo bastante miedo.
—Tranquila, sólo te miraran y dirán cosas, pero no te harán nada.
Poco después, llegamos a la entrada del instituto y algunas personas me empiezan a mirar. Scott me mira, coge de mi brazo y andamos rápido hasta mi taquilla.
—¿Estás bien?
—Creo qué sí, gracias—me da un pequeño abrazo y se va a su taquilla.
—¿Qué haces aquí?—pregunta Sarah detrás mía.
—¿Tendré qué estudiar, no?—le contesto dándome la vuelta.
—No lo digo por eso. Tendrías qué estar descansando unos días por todo lo que ha pasado.
—No voy a descansar, tengo qué llevar una vida normal por una vez—ella suspira y cambia de tema.
—¿Has ido a ver a Fernando?
—Mierda, no.
—Tienes qué ir.
—Iré antes de ir a trabajar.
—¿Dónde trabajas?
—Me han contratado de camarera en la pizzería, hoy va a ser mi primer día.
Suena el timbre y Sarah y yo vamos al aula. Entramos y algunos se me quedan mirando.
La desaparecida ha vuelto, a saber dónde a estado.
Yo bajo la cabeza mirando al suelo y me siento en mi sitio de siempre.
—Kenzie, ese sitio ya está ocupado.
—¿Ocupado? ¿Por quién?—pregunto indignada. Ese sitio es mío, todos los de la clase lo sabían.
—Por un chico, se llama Daniel. Ha entrado nuevo este año. Se viene con nosotros, forma parte del grupo, el día qué viniste a la casa de Chloe, el no pudo venir.
—Si viene me quito, pero, yo me voy a sentar.
—Ese sitio es mío—dice una voz en mis espaldas, me giro y veo a un chico.
Daniel
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
