22.

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Ojalá despertar con el sonido de los pájaros cantando o por los rayos de sol, cómo en los cuentos.

Pero esto no es cómo en los cuentos, es la realidad. Y la realidad es que me despierto siempre por el sonido de mi alarma.

Al terminar de desayunar, me pongo el uniforme, pero sin la falda.

No encuentro la falda.

—¿Dónde te has metido?—pregunto en voz alta mientras busco por todo mi armario.

Bajo corriendo a la cocina de nuevo, dónde veo a Millie.

—Millie, ¿has visto mi falda del uniforme?

—Sí, está lavando, no estará hasta para mañana.

Mierda.

—¿Por qué? ¿Pasa algo?

—No, nada, déjalo.

Llego de nuevo a mi cuarto y decido ponerme los pantalones de chándal del uniforme. No se puede ir sin falda un día que no tengas deporte, pero no puedo hacer nada.

Salgo de casa y veo a Millie en el jardín. Se da la vuelta y recorre con su mirada todo mi cuerpo.

—¿Y tu fal...?—pero la interrumpo.

—Tu madre la ha puesto a lavar y no, no tengo falda de repuesto.

Ella me mira una vez más y empezamos a caminar en dirección al instituto.

Cuándo llegamos, cada una va por su lado y momentos después, Daniel viene a mí lado.

—¿Dónde te has dejado la falda, camarera?—pregunta con su tono sarcástico.

—No menciones la palabra falda hoy, ¿de acuerdo?—le contesto.

—Vale, vale. Hoy tengo las pruebas para entrar en el equipo, y con suerte, puedo jugar el partido de mañana.

—Mañana tengo la actuación, ¿podrás venir?—la verdad es que tenía ilusión de que viniera.

—El partido es a las cuatro y terminará sobre las seis, ¿y lo tuyo?

—Podrás venir, la actuación es a las siete.

—¿Vienes mañana al partido y cuando termine nos vamos los dos juntos a tu academia?—y yo asiento sonriéndole.

Llegamos a la taquilla y el se va a la suya. Poco después, aparece Dylan y me dice de ir a cenar hoy por la noche.

—Está bien, pero me tendrás que recoger cuándo termine mi turno. Termino a las once.

—A las once estoy allí, entonces.

—¿A dónde iremos?

—Había pensado en ir a la bolera, cenar en cualquier lado de por allí y luego te podrías quedar en mi casa a dormi—me dice entre beso y beso.

—Eso suena muy bien.

—¿Vendrás mañana al partido?

—Claro que sí. No me podía perder cómo jugaba mi futbolista favorito—eso le hace sonreír y me da otro beso.

—Te quiero.

—Yo a ti también.

—Por cierto, ¿y tu falda?

—Agh, todo el mundo igual—y pongo una mano en mi frente y Dylan se ríe.

—No te molestes—se sigue riendo, me coje de la cintura, tiene la intención de besarme pero el timbre suena y me separo de el—No, no, el timbre no va a impedir que te vayas sin un beso—me coge de nuevo y me da el beso.

LOVE YOU (COMPLETA) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora