CAPITULO I

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Aunque ya tenía el trabajo donde mi amiga salí a buscar un trabajo de medio tiempo. Estuve caminando con el periódico para guiarme por muchos lugares, pero cuando por fin me di por vencida paré en una cafetería de muy lindo decorado. Estaba tan cansada, solo quería algo delicioso de beber.

- Buenas tardes ¿Desea tomar algo? – preguntó el mesero.

- Buenas tardes. Sí, me das un café con crema.

- ¿Algo más? Es que te ves pálida, discúlpame si te tuteo, es que se me hace raro tratarte de usted cuando te vez más joven que yo.

- Tranquilo, no hay problema, por mí mejor así no me siento adulta por un rato.

- Eres joven – él sonrió. - Supongo que lo dices por problemas personales. ¿Estoy en lo correcto? ¡Oh! disculpa la intromisión.

- No te disculpes. Si tengo problemas, llevo todo el día buscando un trabajo de medio tiempo y nada.

Me quejé ya que él me daba confianza, parecía un muy buen chico. Su interés se veía genuino. No sentía que estuviera ligando conmigo.

- Aquí se necesita una camarera más, porque la anterior se casó. Si quieres podrías preguntar al dueño del local.

- ¿Enserio?

No podía creer que aún había una oportunidad de conseguir un trabajo decente ese día.

- Sí, deja y te lo mando... ya te traigo tu café, no demoro.

- Gracias... - no sabía como llamarlo porque no se habían presentado, afortunadamente el joven entendió.

- Joan, dime Joan – se presentó.

- Gracias Joan y vos dime Camila.

- Camila, lindo nombre.

Él se fue. Me sentía muy agradecida y aun no hacia la entrevista que le asegurara el trabajo, pero a decir verdad sentía que el chico la había ayudado mucho. Era muy simpático, alto, delgado, brazos fuertes, pero no tan anchos, una espalda amplia, nalgas redonditas, de tez blanca un poco bronceada, rubio de ojos color miel. Diría que es atractivo. Me cayó como anillo al dedo lo del trabajo, ahora toca esperar a ver si me aceptan o no. Él me pareció sincero, pero nunca se sabe y sea otro aprovechado.

No tuve que esperar mucho por mi café acompañado con un cake de chocolate.

- Va a nombre de la casa... estas contratada.

- ¿Y no iba a venir tu jefe a entrevistarme?

- Yo soy el jefe. Discúlpame si llegó a molestarte, es que lo vi chistoso, más nada.

- Te estabas burlando de mí – expresé tratando de parecer ofendida, pero soy una mala actriz. – Por cierto, se me hace difícil de creer que alguien tan joven maneje este lugar.

- No me he burlado, solo fue una broma y no soy un niño, soy un adulto de veintiséis años, mira bien mi linda carita – aclaró su nuevo jefe todo risueño. Ahora si le parecía que estaba coqueteándole, aunque no me molestó.

- Sí, ya veo. Tienes arrugas y te está creciendo la barba ¡iup! – le seguí el juego.

- Tú si te estas burlando de mí, no me veo viejo ¡Por Dios!

Parecía que su nuevo jefe era gracioso, pero ya quería dejar de jugar. Quería confirmar cosas del trabajo.

- ¿Cuándo empiezo a trabajar?

- Mañana mismo ¿De dos de la tarde a ocho de la noche te parece bien?

- Si, muy bien. Entonces mañana vuelvo – le aseguré feliz.

- Se puntual. Puedo ser tu joven jefe, pero soy muy exigente, aquí no hay favoritismos. – expresó Joan muy serio, por lo que asentí de acuerdo.

Así me retiré directo a casa a dormir un rato, no sé cómo me acostumbraré a tener vida nocturna con lo dormilona que soy. Hoy tenía que darle una muestra de lo que puedo hacer al jefe de Paola.

Estaba nerviosa, lo bueno es que Paola me observaba por si me equivocaba. Ella me dio algunos consejos como dejarme llevar por la música. Bruno, mi jefe me tiene paciencia, me puse a bailar tango mientras me miraba al espejo. Noté que me convertía en otra persona mientras bailaba, era sensual y elegante.

- Lo haces bien, Camila- dijo Bruno.

Eso me alegró ¿se vea tan concentrado viendo mis movimientos.

- ¿Quién te enseño a bailar tango?

- Mi abuela – respondí nostálgica. - Dijo que siempre es bueno saber bailar tango cuando se es una chica linda, porque un hombre que valga la pena sabe apreciar la buena música. Ella nació en Argentina.

- Me has dejado embobado, mezclando movimientos sensuales un tanto románticos, incitas el sexo con amor. Pero también aprenderás a moverte con otros géneros.

- Yo opino lo mismo - dijo Paola- ella sabe bailar de todo, pero le dije que te presentara un tango porque sabía que pensarías igual que yo, no es nada vulgar el desnudo que muestra ella.

- Te voy a dar bueno clientes y te pagaré muy bien. Solo cuida el mantener tu cuerpo tal como está- dijo Bruno muy emocionado.

- No lo decepcionaré, solo pido una condición.

- ¿Cuál?

- No quiero mostrar mi rostro y si lo hago será con algún disfraz o peluca.

No quería que nadie me reconociera en la calle como una bailarina erótica. Era vergonzoso.

- No hay problema...ahora necesitamos un nombre para ti ¿Cuál te gustaría Camila?

- No lo sé, soy nueva es esto.

- Que tal "Tina"- esta vez fue un hombre con rasgos orientales quien habló ¿En qué momento apareció? Era guapo con buen cuerpo, diría que es japonés.

- Ah Saoto, esa es una buena elección, a mí me gustó ¿Qué dices Cami?

- También me gusta mucho, va conmigo.

- Bueno Camila, él es Saoto, él te cuidara cuando te solicitemos.

- Mucho gusto, llámame Cami- le dije a Saoto, parecía serio, pero me daba confianza.

- El gusto es mío Cami, o debo decir Tina, así se vas acostumbrando.

- Es cierto, tienes razón Saoto. Ahora me retiro, quiero dormir y tengo que trabajar mañana.

- ¿Ya conseguiste nuevo trabajo? - me preguntó Paola, algo sorprendida de ello.

- Sí, tuve suerte y conseguí un puesto de camarera en una cafetería en 1307 3rd Avenue se llama "Candle café"

- Bueno, nosotros nos retiramos, hay trabajo por hacer, abajo está a full de gente - dijo Bruno refiriéndose al bar restaurant muy elegante que se encuentra en el sótano del edificio donde estamos, ya que los pisos superiores tienen salas y cuartos privados cuando son requeridos como, por ejemplo: un baile privado que solo se vende según el menú o el cliente, aquí solo se ve gente con dinero, es Soho por supuesto.

- Gracias cuídense, ciao Pao.

- Ciao Tina - es raro que me llamen así, pero debo acostumbrarme, así que me despedí tirándole un beso.

LA MASCARA DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora