CAPITULO III

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Cuando llegamos a una terraza llena de gente con trajes de marca, no todos de trajes de ejecutivos, algunos parecían modelos conversando con mujeres maduras con cocteles en mano.

Me sentía como en una de las tantas fiestas que había en unos de mis programas de TV favoritos "Sex in the city" hablando de cosas triviales o de negocios o como pude escuchar "de lo deliciosa que está la de morado" quien básicamente era yo. Llegamos a un grupo de hombres donde Bruno empezó las presentaciones y yo con una linda sonrisa saludaba al grupo.

- Hola Giuseppe ¿Qué tal la noche? - le pregunto Bruno al italiano bien complacido de que él se fijara en mí.

- La estamos pasando muy bien como siempre, gracias por tu hospitalidad. Este sitio es lindo, pero creo que lo que lo hace precioso son las mujeres que lo desfilan ¿no te parece? - este hombre no apartaba su mirada de mí.

- Por supuesto, estas en lo correcto. Me gusta hacer sentir a mis amigos muy bien y me alegra lograr mis objetivos.

- ¿Y quién es la hermosura?

- Ella es Tina, mi nueva adquisición... diría que tengo suerte de estar acompañado de una mujer tan bella.

- Tina es un lindo nombre, te presento a Rafael, Maximiliano y Luis - esta vez hablaba conmigo, eran unos italianos atractivos como de treinta o más años.

- Mucho gusto- les extendí mi mano la cual besaron Rafael y Maximiliano en cambio Luis me acerco y me beso la mejilla.

- Todos estamos encantados con tu belleza ¿Te complace acompañarnos? –preguntó Luis con sonrisa de seductor.

- Discúlpenme, pero no se va a poder esta noche, ella me acompañará a menos que alguien pague lo que vale su compañía. - Esta vez era Bruno quien hablaba.

¿Así es como hace sus negocios? Me pregunté, eso me causo risa, parecía un experto, o más bien debía serlo sí al negocio le va tan bien.

- Me olvidaba que eras un hombre de negocios- dijo Giuseppe sonriente con su acento bien marcado.

- Ya sabes que aquí todo lo que ves es negociable, aunque no todo. Por ahora me retiro, revisen el menú, tal vez les guste.

Y así nos retiramos a otro grupo de personas. Saludábamos a quien Bruno indicaba. De esa forma dejaba pensando a todos los que querían negociar mi compañía, pero él esperaba al mejor postor.

Me dejó sola cuando se me acerco un hombre de cabello negro, ojos del mismo color y tez bronceada. Se veía un tanto joven, diría veinticinco o veintisiete años, no se veía de más. Muy simpático.

- ¿No te aburres? – preguntó. Parecía latino por su modo de hablar. Tenía un inglés perfecto, pero juraría que era colombiano porque una vez tuve un amigo colombiano que tenía el mismo acento.

- Sí, pero es trabajo.

- ¿Y de que se trata tu trabajo?

- Soy stripper y dama de compañía.

- ¿Y cuánto vale tu tiempo?

- Mucho... no creo que pueda pagarlo, pero si desea averiguarlo pregunte por la tabla de menú.

- ¿Con qué nombre te encuentro?

- Tina.

- ¡Ah! Mi nombre es Emilio García, por si te interesa.

- También es un lindo nombre.

- Gracias, mi madre es la responsable – él sonrió. - No hablas mucho.

- No has comprado diversión.

- Cierto, que inteligente eres.

Ella guardó silencio sin saber que hacer con el hombre latino.

LA MASCARA DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora