CAPITULO VII

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¿Ahora que le inventaba? Dios, ilumíname. Bruno fue el primero en salir de la sorpresa.

- Sí, soy el jefe de Camila, y creo que ya me iba. Hablamos después de esto, Camila.

- Espera – dijo Joan antes de que lograra cerrar la puerta deteniendo los pasos de Bruno. - ¿Trabajas en uno de sus antros? – me preguntó.

- No cariño... soy camarera en el Rose Blue.

- Hmm... está bien ¿Pero porqué discutían?

- Es que anoche Camila tuvo un altercado con uno de mis tantos clientes y lo abofeteó por faltarle el respeto. Yo no sabía cómo habían sido las cosas, pero ya me explicó. Le prohibiré la entrada, no te preocupes Camila. Mañana puntualmente puedes volver a reintegrarte, no te olvides de lo que dije.

Asentí. Bruno era un buen mentiroso, por lo que di cuenta... en un momento se inventó una excusa muy razonable. Bruno se retiró sin más.

- Entremos - le dije a mi novio.

Ya dentro no me esperaba que Joan reaccionara con celos. Pero tenía sentido, y no lo culpaba. Él sabia de que trataba el mundo de Bruno. Sin embargo, era muy molesto.

- ¿Por qué tiene que venir a regañarte a tu casa?

- No lo sé, tal vez le quedaba de paso. Y no me regaño, estaba preocupado.

- No me gustan esas confianzas, para la próxima prefiero que te llame, Camila.

- Discúlpame, pero esto es un problema laboral personal. Creo que puedo manejarlo muy bien. No necesito que hagas demandas que violen mi independencia y privacidad laboral.

Estaba realmente molesta... mi mal humor no podría ir peor.

- Entiende que no me gusta que trabajes con él... ¿acaso no sabes a qué se dedica?

- Si, lo sé y sin embargo no veo que me faltara el respeto. Y su club no tiene nada de malo, todos tienen derecho a trabajar en lo que pueden. No todos tienen dinero para elegir que hacer en la vida sin ninguna preocupación.

Joan guardó silencio. Se notaba dolido, sin embargo, no se detuvo y siguió enfatizado su molestia.

- ¿Acaso no te acaba de alzar la voz?

- Tú también lo estabas haciendo ahora.

- Es diferente.

- ¿Por qué eres mi novio? Ha bueno, terminemos - lo miré a los ojos desafiándolo y un gran silencio adornó nuevamente el lugar.

- No discutamos por estupideces, ya pasó... no terminaré contigo - cogió mi mano para acercarme y me abrazó, pero no soy tan fácil de convencer, así que no le correspondí. - ¿En verdad quieres terminar conmigo?

- No, pero en este momento te quiero fuera de aquí, odio los celos sin fundamentos. Los reclamos e imposiciones. Necesito tiempo para calmarme.

Necesitaba aclarar la mente.

- Ok, me voy... mañana te paso recogiendo por la tarde para salir almorzar juntos y pasear un rato.

- Está bien.

Asentí aliviada.

- Y desde ahora yo te iré a dejar a tu trabajo, no quiero que corras peligro andando sola por ahí.

- No es necesario - dije con determinación.

- Para mí si lo es – insistió Joan, luego respiró profundo en rendición. – Hablamos después sobre el tema. Hasta mañana, mi amor - me besó la frente y se fue con expresión preocupada.

LA MASCARA DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora