CAPITULO IV

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Así pasaron las semanas en el Blue Rose. Los italianos llegaron a pagar por mí, unos empresarios también, y un ruso; aunque él era más frio le gustaba observar mientras fumaba un tabaco y bebía whisky del cual me dio a beber, al final me regalaba un beso en los labios.

Emilio regresó un fin de semana, pero solo pago por el baile, en esta ocasión no lo toqué, solo utilicé mi pie para acariciar su miembro con solo eso gimió. Así fui haciéndome conocer, dejando enamorados a todos los espectadores que se ofuscaban con solo mostrar los senos.

En la cafetería todo iba muy bien, pero ya casi un mes de trabajo y Joan me había pedido salir con él en algunas ocasiones, pero las terminaba rechazando porque no contaba con tiempo para una relación, bueno a excepción de las mañanas cuando él pasaba ocupado y en las noches que tenía libre del trabajo que ocupaba limpiando mi departamento, mandando a lavar o comprándome ropa. Sobre la comida, me alimentaba en la calle comprando cualquier cosa ya que no engordaba y odiaba cocinar para mi sola. Así que a veces invitaba a Kevin a comer conmigo en casa, momentos donde chismeábamos y preguntaba sobre mis dudas muy acertadas, de que le gustaba Freddy. Él lo llamaba amor imposible porqué juraba que Freddy era heterosexual, y aunque este nunca le comentara sobre con quien se acostaba siempre lo veía bien acompañado o con alguna que otra clienta que lo esperaba a la salida del trabajo. Era triste ver a Kevin resignado pero no volví a preguntar más sobre eso, aunque si hablábamos de sus parejas sexuales, ya que a él lo llegaban a ver a veces en buenos carros a la salida de la cafetería, pero en una de esas vi el rostro de Freddy que al ver a Kevin subir al auto estampándole un beso en los labios al conductor que no sabría quien por la oscuridad, pero bueno Freddy se puso de mal humor apretando las manos en puño, así que eso solo eran síntomas de celo, pero eso decidí callarlo, él tendría sus motivos para no decirle nada.

De las visitas del señor Robert diría que las hacia todos los lunes al terminar la tarde. El único que lo atendía era Freddy, pero siempre antes de salir de la cafetería me miraba y sonreía tan ligeramente, parecía que supiera que lograba con aquello, no podía ni entablar un saludo por lo nerviosa que me ponía su presencia, su seguridad al caminar y su arrogancia al mirarme. Al menos había logrado algo, y era esconder un poco mis nervios frente a Kevin o Joan, el cual hasta ahora no se había dado cuenta que adoraba los lunes por la visita del señor hotelero.

- ¿Camila, saldrías esta noche a caminar conmigo? - pregunto Joan, era lunes así que tenía libre.

- Esta bien, pero vamos a comer algo de pizza, amo las pizzas.

- No se diga más, vamos a una pizzería muy buena que conozco y luego al cine ¿Te parece bien?

- Claro, es perfecto.

Venía pensando si darle una oportunidad y llegué a la conclusión de que sí, quería algo estable y si no funcionaba, pues bueno, quedaríamos como amigos. Mi ilusión con su hermano era platónica, así que no estaba haciendo nada malo.

La pizza estuvo buenísima y mientras la comimos hablamos de todo un poco, como por ejemplo de nuestras vidas, lo de dónde venimos y que deseábamos del futuro. Lo único en lo que le mentí fue en lo de mi segundo trabajo, podría decir que Joan era un romántico por la manera de tratarme. Fue lindo el detalle de regalarme un ramo de rosas rojas cuando nos encontramos.

Ya en el cine vimos una comedia romántica para pasarla bien riendo un poco, pero como siempre, se esperaba compartir un beso tierno en los labios en este tipo de escenarios. El beso fue agradable, y fue aumentando a un beso más intenso y pasional.

- Camila, me gustas mucho - me susurro al oído. Me gustó, ya que no dijo una cursilería después del primer beso.

- Tú también me gustas -correspondí murmurando sobre sus labios.

LA MASCARA DE UNA PASIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora