Capitulo 9

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(Taylor)


Abrí los ojos y encontré a Karlie dormida en el sillón que estaba junto a la cama. Tenía los brazos cruzados y las largas piernas estiradas en la otomana a juego. Era tan guapa que casi me dolía mirarla mucho rato.

Aún estaba asombrada de que hubiese venido a buscarme. ¿Cómo podía querer esto? ¿Cómo era posible? ¿Por qué no estaba huyendo a toda prisa?

Sentí algo raro en el brazo izquierdo y averigüé por qué en cuanto vi que tenía un tubo que llevaba directo a la bolsa de suero que colgaba de uno de esos aparatos con ruedas.

Me senté en la cama y miré el reloj para ver la hora. ¿Cuánto tiempo había estado dormida? En el reloj eran poco más de las diez y media. Los acontecimientos de la tarde se me vinieron encima en una repentina oleada y me preparé para más dolor y sufrimiento, pero nunca llegó.

Supongo que tanto correr, llorar y vomitar me había dejado sin capacidad de reacción. En su lugar, estaba calentita en una cómoda cama con Karlie cuidándome y con una vía en el brazo. Bueno, eso daba un poco de miedo. Mi estado cuando Karlie me trajo aquí debía de ser horrible si necesitaba suero intravenoso.

Me acomodé bajo las mantas y me di el gusto de mirarla dormir en el sillón. No podía ser muy cómodo para ella. Pobrecita. Debía de estar exhausta por todo lo que había pasado y todo lo que habíamos hecho en el último día y medio.

Aún no estaba preparada para enfrentarme a todo, pero me sentía mucho mejor de lo que lo había estado en horas y... a salvo. Muy a salvo con los cuidados de Karlie, de la forma en que me había hecho sentir desde la noche que la conocí y me llevó a casa en su auto. Me dejé llevar por el sueño otra vez, contenta de saber que, al menos por ahora, no estaba sola.

La siguiente vez que me desperté, el sillón de Karlie estaba vacío. El reloj de la mesilla marcaba poco más de la una y cuarto de la madrugada, así que supuse que debía de haberse ido a la cama. Otra cama. En algún otro lugar. Respiré hondo y traté de aguantar el tipo. Ponerme a llorar como una magdalena no iba a ayudarme.

Pero qué bien sentaba a veces derrumbarse, sobre todo si tenías a alguien que te recogiera. Como Karlie... Me di cuenta de que necesitaba ir al baño, así que aparté las mantas y me bajé con cuidado de la cama. Me temblaban un poco los pies y tenía los músculos muy doloridos, sobre todo los de las piernas y los abdominales, pero tuve que sonreír por los calcetines que llevaba. Karlie debía de habérmelos puesto.

Realmente tiene que quererme. La verdad es que creía que me quería, pero supongo que me asustaba que un embarazo acabara con nuestro amor, tan nuevo y frágil. Estábamos avanzando demasiado deprisa para que esto pudiese funcionar. ¿Verdad?

Tuve que llevarme el aparato del suero conmigo, o me arriesgaba a arrancarme la aguja que llevaba en la muñeca. Me estremecí al mirar esa cosa tan fea y me alegré de no recordar el momento en que me la clavaron. El aparato era un poco incómodo, pero me las arreglé para entrar y ocuparme de mis asuntos.

Lo primero que hice después fue lavarme los dientes. Incluso gemí al sentir el divino sabor de la pasta de dientes y la sensación de una boca fresca y mentolada después de tantos asquerosos ataques de vómitos. Son las pequeñas cosas...

KAYLOR - Affaire KlossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora