Capitulo 8

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(Taylor)

Sabía que Karlie estaba en mal estado al segundo en que salí de la habitación de Calvin. Podía ver las líneas de preocupación alrededor de sus ojos y el duro gesto de su mandíbula.

Y más que definitivamente, sentí la tensión de su cuerpo cuando se negó a que el auto nos llevara casa e hizo a Len esperar por nosotras en su lugar. Karlie no aceptaría otro bocado de nada del senador.

Había terminado.

Al momento en que Len nos dejó en el vestíbulo de nuestro edificio, Karlie me empujó dentro con pasos rápidos. No desperdició ni un segundo en un simple saludo a Claude, nuestro conserje, como siempre hacía. Nos movió con un singular propósito, arrastrándome al ascensor sin pronunciar una sola palabra.

Me llevó a una esquina y apretó su cuerpo contra el mío, dejando caer su cabeza en mi cuello e inhalando. Aún en silencio, simplemente me sujetó ahí y respiró de mí. Podía oler la esencia seductora emanando de ella. El olor de deseo sexual, y las ardientes ganas de aparearse.

-Karlie -gemí su nombre.

-Shh. -Llevó un dedo a mis labios y lo mantuvo allí-. No hables.

Podía sentir la longitud de su polla presionando mi cadera y un largo escalofrío rodó por mi espina dorsal. Ya estaba mojada y ella aún no me había hecho nada excepto presionar su cuerpo contra el mío y expresar su descontento por la conversación. Todo estaba en el poder de sugestión en sus maneras, la forma en que me comunicaba con su mente y cuerpo lo que quería, era tan persuasivo.

Karlie quería follar. A mí.

Sabía que ella solo estaba frenando la tormenta de fuego que vendría hacia mí en el momento en que las puertas estuvieran cerradas.

El clic del pestillo de la puerta sonó increíblemente fuerte contra el tenso silencio.

Con mis sentidos en máxima alerta, me preparé para cuando viniera a mí. No tuve que esperar mucho. En menos de un segundo, estaba cubierta desde detrás por un duro cuerpo absorto en otro y con sólo una meta.

Entrar en el mío.

Karlie tenía las manos debajo de mi falda y sus dedos deslizándose sobre mi clítoris antes de que pudiera dar un paso. Su contundente sondeo en mi sexo fue primitivo, y me envió a una lujuria instantánea. Fue su desesperación animal lo que accionó el interruptor. Karlie era una bestia salvaje justo detrás de mí, y la erótica imagen que evocaba en mi mente me volvía igual de salvaje.

-Así que ya empapada -ronroneó con aire de suficiencia en mi cuello, sus caderas empujando en mi trasero mientras tocaba mi coño, trabajándome hasta que mi cuerpo se hizo cargo, y mi mente no tuvo que pensar en otra cosa más allá de esto.

Me empujó hacia adelante, encima de la mesa del vestíbulo.

KAYLOR - Affaire KlossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora