Capitulo 5

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–Yo también te deseo -asintió, y acto seguido se puso de puntillas para besarme-. Llévame a la cama, Karlie. -Eran las palabras más bellas que mis oídos habían escuchado en días.

Tomé esos dulces labios que me ofrecía y la levanté del suelo en brazos, su cuerpo apretado contra mi pecho.

Rodeó mis caderas con sus piernas y enterró su rostro en mi cuello. Gemí y empecé a caminar. Cuando llegamos a la habitación, la visión de la cama hecha con sábanas limpias nunca había sido tan reconfortante.

¡Lunes! Annabelle había venido, ¡alabado sea Dios! Si las sábanas que había esta mañana hubieran seguido puestas, con los restos de mi lamentable masturbación, no sé qué habría hecho. Me puse una nota mental para darle a Annabelle una buena propina por haber sido tan discreta.

Dejé a Taylor boca arriba y me quedé contemplándola un momento. La necesidad de ir despacio esta vez era importante. Quería cuidarla y aceptar este regalo que me estaba ofreciendo. Necesitaba saborearla.

Su cabello oscilaba sobre sus hombros y sus ojos cobraron un tono azul verdoso por el reflejo de la blusa turquesa que todavía llevaba puesta. Aunque no la llevaría durante mucho más tiempo.

Empecé por sus zapatillas de deporte. Después los calcetines. Sujeté sus pies entre las palmas de mis manos y se los masajeé antes de subir por su pierna y sus caderas hasta la goma de sus pantalones cortos. Mis dedos se deslizaron por debajo y aprehendieron la cinturilla. Después tiraron de ella hacia abajo.

Mis ojos contemplaron el descubrimiento de su piel a medida que la tela iba desapareciendo...

El ombligo, los huesos de la cadera, el vientre, su sexo, y sus largas piernas. Piernas que me rodearían cuando estuviera bien dentro de su desnudo y precioso sexo. Jesús bendito.

Tenía sentido que mi chica fuera modelo. Modelo de desnudos. Tenía un cuerpo que ostentaba el poder de dejarme sin palabras. Sin embargo, aún no había terminado de mostrar mi obra maestra. Alargué la mano hacia la camiseta. Era también una parada rápida: no llevaba nada debajo. Tenía ganas de gritar un sí triunfal. Sus pechos se balancearon al quitarle la prenda por encima de la cabeza.

-Taylor..., estás preciosa.

Escuché el sonido de su nombre salir de mis labios pero no podía recordar haber pretendido pronunciarlo. Tenía que verla desnuda una vez más, recordar qué aspecto tenía, saber que poseía el derecho de acariciarla y de que confiaba en mí. Debía tener una pequeña parte de ella dentro de mí antes de poder hacer algo más, estaba así de desesperada.

Muy despacio, arrastré mi boca desde su ombligo hasta uno de sus perfectos pechos, cubriendo el pezón entero, lamiéndolo intensamente. Lo sumergí dentro de mi boca y acaricié con mis dedos la parte inferior de sus senos. Muy suave. Se le puso duro bajo mi lengua, pero debía tener en consideración al otro, para hacer justicia. Esas preciosidades necesitaban que mi atención las tratara por igual para ser del todo justas.

Se mostraba tan dócil y sensual yaciendo ahí para mí, llenando mis ojos con su imagen. Como un retrato. Pero uno que solo yo podría ver. Eso no es verdad. Un inoportuno cabreo cruzó de forma efímera mientras enterraba la idea de que otros la vieran desnuda en lo más profundo de las mazmorras de mi mente. Ahora mismo tenía un festín ante mí. Era hora de tomar parte en él.

Necesitaba sentir su piel con mi lengua y mis labios. La necesitaba tanto que mi cuerpo temblaba mientras me quitaba los zapatos y el cinturón. Me despojé de mi ropa con rapidez, consciente de que Taylor observaba cada movimiento que realizaba, de que sus ojos me recorrían de arriba abajo. Verla admirándome me ponía tan cachonda que me dolían los testiculos y mi polla ardía. Solo para ella.

KAYLOR - Affaire KlossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora