Capítulo Dos

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La mañana de Stiles había comenzado tranquila, demasiado tranquila para su gusto.

Su padre dejo el desayuno preparado y lo despertó antes de ir al trabajo, eso lo catalogó como normal.

En el colegio, la clases pasaron normales, Scott y él haciendo el tonto en la clase de Finstock, Normal.

En la hora del receso, la manada se sentó junta, como era de costumbre desde que Scott admitió que Derek era buena persona, solo que necesitaba un cambio de prioridades, no hace falta decir que Stiles lo encerró en un círculo de cerval hasta que lo admitió.

Erika, Boyd e Isaac comenzaron a sentarse en la mesa de Stiles y Scott.

Allison se sentaba con ellos desde que salía con Scott, y Lydia no se quedó a atrás y logro arrastrar a Jackson con ellos, y Jackson arrastró a Danny, por lo que con ellos llegaron Ethan y Aiden.

De alguna manera, Liam, el beta de Scott, termino sentado con Mason y Corey con ellos, al igual que Malia y Kira.

Hasta ahí, su mañana continuo normal, entre bromas y juegos tontos para entretenerse, puede que un lanzamiento de comida entre Jackson y Stiles haya aparecido de por medio, pero eso era lo que lo hacía divertido, su rivalidad ya casi no existía, solo buscaban molestarse mutuamente para entretenimiento del pack.

El infierno se desató al llegar a su casa.

Su padre estaba en el trabajo, por lo que estaría el solo, aprovecharía para hacer tarea pendiente y no reprobar economía, Finstock podía ser un cabron cuando se lo proponía, quizás luego de eso se echaría a dormir, aunque posiblemente Manuela hiciera una visita.

Su plan iba bien, la tarea estaba terminada, no importaba la mala caligrafía, estaba terminada, había pedido una pizza, y solo esperaba la llegada del repartidor.

El timbre de la casa sonó, y Stiles se hecho a la carrera a por su pizza.

Frunció el ceño tan pronto como abrió la puerta y no vio a nadie, ¿Acaso le jugaron una mala broma?, Negando con la cabeza, estaba por cerrar la puerta, cuando lo vió.

Un Porta bebés con una manta encima, en el suelo, con un bolso a su lado.

El sudor frío no tardó en llegar, esto era tan cliché y tan poco creíble que quiso reírse, y lo hizo, soltó una pequeña risa cargada de sarcasmo y pánico.

Un maldito bebé estaba en su puerta, como si fuera lo más normal del mundo, como si fuera el cartero dejaba las cartas en el buzón.


Ante cualquier horror de ortografía avisar así lo corrigo.

Honey, this is Beacon HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora