Sus brazos rodeaban mi cintura y mis dedos se entrelazaban en su cabello oscuro, se sentía tan bien. Sin duda sus labios eran más experimentados que los míos. Nos besamos por un largo tiempo, cuando me separé de él porque apenas podía respirar vi que la fiesta seguía su curso normal. Habíamos atraído un par de miradas, no me sentí tan avergonzada, la mayoría de los presentes ya estaban lo suficientemente alcoholizados como para recordar algo al día siguiente.
Bradley me sacó de la pista de baile y regresamos a la parte de abajo del edificio, la música sonaba menos fuerte.
- Lo siento – susurró en mi oído cuando nos sentamos en un sofá. Vi nuestras manos entrelazadas con emoción.
- ¿Por qué?
- Hubiera querido que nuestro primer beso fuera en un lugar diferente pero… no pude resistirme.
- No te disculpes por eso, yo también quería besarte – confesé sintiendo el calor de mis mejillas.
Bradley recorrió una de mis mejillas con sus dedos y sonrió.
- Me gustas – susurró mirándome fijamente – Mucho.
Un chico ebrio cayó prácticamente frente a nosotros.
- Salgamos de aquí – dijo apretando mi mano y buscando la salida.
No tenía sentido buscar a Sadie, a estas alturas de la fiesta, probablemente estaba tan borracha que apenas recordaría su nombre. Nos abrimos camino entre los invitados y cuando logramos salir del edificio apenas podía escuchar lo que Bradley decía, mis oídos estaban un poco tapados por el volumen de la música.
- ¿Qué te pareció la fiesta? – me preguntó sin soltar mi mano mientras caminábamos en busca de un taxi - ¿Cumplió con tus expectativas?
- Las sobrepaso – dije recordando nuestro beso.
En un movimiento que no vi venir, Bradley atrajo mi rostro hacia él y volvió a besarme.
***
Me sentía atrapada en una burbuja de felicidad, Bradley y yo seguíamos conversando sobre la fiesta cuando el taxi se detuvo en donde yo vivía. Estaba en estado de negación, no quería que la noche terminara. Bajamos del taxi y Bradley me encaminó hasta las escaleras de la entrada.
- Te veo el lunes – me dijo al oído, me besó en los labios suavemente antes de darse la vuelta y regresar al taxi.
Seguía sonriendo cuando entré al recibidor del edificio, me sorprendió ver a Caleb conversando amigablemente con la portera, por la forma en la que la señora lo miraba supe que Caleb había usado su “personalidad encantadora”. Esa que usaba con los profesores y las mamás de todos sus amigos para ser el favorito y caerle bien a todo el mundo. La personalidad que guardaba muy lejos de mí.
Caminé apresuradamente a través de recibidor y me dirigí con discreción a las escaleras, no quería que Caleb arruinara mi noche. Desgraciadamente, Caleb tenía otra agenda. Tan pronto como llegué al primer piso ya se había despedido de la portera y corrió para caminar a mi lado. Genial, quedaban siete pisos de su grata compañía.
- ¿Cómo estuvo la fiesta? – preguntó con más seriedad de la que esperaba.
- Bien – contesté secamente.
- ¿”Bien” refiriéndote a que te tomaste toda la cerveza del lugar? Hueles horrible – dijo mirándome - ¿Estás ebria? ¿Por qué tu… amiguito no te acompaño hasta la puerta?
- ¿Quieres dejar de hacer tantas preguntas? Empiezo a creer que de verdad quieres ser mi madre. No estoy ebria ¿Acaso no ves que puedo caminar perfectamente? ¿Y qué haces despierto a las dos de la mañana?
- No podía dormir.
- ¿Y por eso despertaste a la portera?
- Todos se duermen tarde los fines de semana, Jane. Es Nueva York, la ciudad que nunca duerme ¿Lo olvidas?
Entonces recordé la escena de hace unas horas. Caleb mirando a Bradley como si fuera la cosa más repulsiva del planeta. Me detuve en medio de las escaleras, quedaban tres pisos para llegar a los departamentos.
- No intentes hacerte el simpático conmigo, ni creas que he olvidado como te portaste con Bradley.
- ¿Su nombre es Bradley? - soltó una carcajada - Tiene nombre de estilista gay.
Le di un golpe en el hombro que lo hizo quejarse.
- ¿Tienes idea de lo avergonzada que me hiciste sentir?
- Noup.
Gruñí.
- Tenía que hacerle saber que no estabas sola, prácticamente acabas de conocer al sujeto y si me lo preguntas es demasiado rápido para todo el asunto de las flores y… los besos de despedida.
Maravilloso, había visto nuestro beso.
- ¿Y tú qué sabes de llevarle flores a alguien? No eres una fuente muy confiable considerando lo poco romántico que eres.
- Para empezar, odio la palabra “romántico”, es ridícula.
- Ridícula, igual que tu vida amorosa – me reí.
- Apenas llevo un mes aquí ¿Esperas que ande por ahí besándome con una chica a la que acabo de conocer? – sabía que me estaba lanzando la indirecta y quise golpearlo – No soy ese tipo de persona.
- A ninguna chica le interesara besarse contigo cuando descubran lo entrometido y controlador que eres.
- A ninguna chica le importa mi personalidad siempre y cuando la esté besando – contestó al tiempo que llegamos a nuestro piso.
- Tu confianza es inspiradora, Cohen – lo llamaba por su apellido para molestarlo – Solo debes saber que cuando traigas a una chica, me encargaré de avergonzarte.
- Quisiera verte intentarlo.
Y con esa amenaza sellada, ambos entramos a nuestros departamentos.
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En el departamento de al lado...
RomanceJane Brown estaba cumpliendo su mayor sueño: Estudiar periodismo en Nueva York. Había dejado todo atrás, su casa, su familia, sus libros, sus amigos... todo excepto a Caleb, su "amigo" de la infancia que también se mudaba con ella a la gran manzana...