14. ¿Una locura?

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Me hubiera gustado decir que después de llorar por horas tuve una noche de descanso y reflexión en la que me convencí a mí misma de que yo era más fuerte que lo que me estaba pasando y después me levanté del sofá y me hice un sándwich. Pero estaría mintiendo.

Dolía. Me sentía traicionada. Usada. ¿Cómo pude dejarme llevar de esa manera? ¿Dejar que alguien me engañara de esa forma otra vez? ¿Acaso no había aprendido la lección con Sam? Quizá esa sería la historia de mi vida, enamorarme perdidamente de alguien que tarde o temprano me engañaría con otra. Empezaba a pensar que realmente había algo mal conmigo.

Abracé una almohada que había en el sofá y seguí llorando incluso cuando me quedé sin lágrimas. Ignoré las llamadas de mis padres, seguramente Caleb les había llamado.

Pase toda la noche recordando todo lo sucedido desde que conocí a Bradley. Y todo… encajaba. Me odié aún más por no darme cuenta antes. Debí sospecharlo por la forma en la que se molestaba cuando no quería dar “el siguiente paso” en nuestra relación. Gracias al cielo nunca accedí a nada más que a apasionadas sesiones de besos.

Tal vez mi vida no fue hecha para compartirse con alguien. ¿Qué otra señal necesitaba para entender que los hombres y yo no funcionábamos bien? Las relaciones amorosas eran tan… retorcidas. Alguien siempre ama más que el otro. Alguien siempre tiene diferentes visiones del futuro que el otro. ¿Para qué sufrir tanto? ¿Para qué tener pareja?

Me asusté cuando vi que el amanecer se asomaba por la enorme ventana del departamento. Había pasado toda la noche auto-torturándome, pero había llegado a una conclusión: sería soltera para siempre, a menos que el Sr. Darcy decidiera dejar de ser ficticio y enamorarse de mí. Reí internamente, probablemente el Sr. Darcy también encontraría la manera de engañarme con otra.

Eran las cinco de la mañana cuando me levanté del sofá y me metí a la cama. Ni de broma iría a la universidad al día siguiente, ver el rostro de Bradley sería repugnante y no quería que me expulsaran por golpear a alguien.

Así que después de decidir eso, me hundí en las sábanas de mi cama y me dejé llevar por el sueño.

***

Alguien estaba tocando la puerta. Muy fuerte. Miré el reloj y solo había pasado una hora desde que me quedé dormida. Había dormido solo una maldita hora. La persona que estuviera en la puerta tendría que esperar unas… siete horas más si esperaba que le abriera. No tenía la fuerza física ni la fuerza de voluntad para levantarme. Llamémoslo tristeza, llamémoslo flojera. Entonces escuché la voz de Caleb.

-         ¿Jane? – preguntó lo suficientemente fuerte - ¿Estás bien? Abre la puerta, se hace tarde para que vayas a clases.

“No iré a clases” contesté mentalmente. Esperando que Caleb pudiera leer mis pensamientos.

-         ¿Estás bien? – repitió.

Si lo ignoraba simplemente se iría.

-         Si no abres la puerta en diez segundos, voy a… tumbar la puerta – amenazó con voz firme.

Debo admitir que eso me sacó una sonrisa. Empecé la cuenta regresiva de los 10 segundos… y cuando llegué al cero: Nada. Sabía que Caleb no se atrevería a dañar la infraestructura del edificio solo para… un ruido aparatoso interrumpió el silencio de mis pensamientos.

No tuve que moverme para saber que Caleb había tumbado la puerta, apareció frente a mí con la rapidez de un fantasma.

-         Eso fue dramático – dije en voz baja mirándolo fijamente. Su cabello estaba húmedo por la ducha reciente que había tomado y le caía en la frente. Se veía tan… limpio.

En el departamento de al lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora