20. ¿Divertido?

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No me asusté cuando abrí los ojos y me di cuenta de que no estaba en mi departamento. Identifiqué la sala de estar y la cocina de Caleb de inmediato. Lo que si me asustó fue darme cuenta de que mi cabeza estaba apoyada en el regazo de Caleb y una de sus manos estaba apoyada en mi hombro. Y entonces me di cuenta de porque me había despertado: ganas de vomitar. Náuseas.

Me levanté lo más rápido que pude, sintiéndome como un elefante, todo mi cuerpo se sentía tan lento y pesado. Mis torpes movimientos despertaron a Caleb, despertó alarmado, como si se hubiera quedado dormido mientras vigilaba algo importante.

Corrí al baño y cerré la puerta. Llegué justo a tiempo, no podría ver a Caleb a la cara si vomitaba en su ultra-limpio departamento.

-          ¿Estás bien? – preguntó Caleb a través de la puerta después de que pasaran unos veinte minutos.

-          No – susurré para mí. Había dejado de vomitar pero las náuseas seguían ahí. Quería morirme. Nunca volvería a tomar una gota de alcohol.

-          ¿Jane?

Abrí la puerta y miré a Caleb. Tenía un ojo morado y un poco hinchado, en su labio había un poco de sangre seca.

-          Estás… amarilla – observó Caleb -  ¿Quieres que te lleve al hospital? No tengo el medicamento que necesitas para…

-          ¿Qué te paso?

-          Eso no tiene importancia, tenemos que ir con un doctor. Puedes tener una infección y…

-          Shhhh – dije cerrando los ojos – No quiero ir al hospital, solo quiero… un café.

-          No creo que esa sea la mejor…

-          Café – dije decididamente interrumpiéndolo y dirigiéndose a su cocina.

-          Déjalo, yo lo haré por ti. No quiero que destruyas mi cocina.

Solo me quede ahí parada viendo como Caleb preparaba café.

-          ¿Por qué estoy usando esto? – pregunté avergonzada mientras sostenía la camiseta enorme que llevaba puesta.

-          Tu vestido apestaba a alcohol y estaba mojado. Perdiste tu abrigo, el imbécil de Bradley casi se aprovecha de ti y Kelly tiene tu bolso. Felicidades, tu primera borrachera fue todo un éxito – dijo con ese tono que solo usaba cuando estaba verdaderamente molesto – Gracias al cielo fuiste capaz de ponerte la camiseta tu misma, si eso es lo que te preocupa.

-          No tenías que ir a buscarme…

-          ¿De verdad? – se detuvo para mirarme fijamente - ¿Crees que eso es lo que me molesta? El hecho de ir a la otra punta de la ciudad a cuidar de tu ebrio trasero no es lo que me molesta, Jane. Estamos más allá de eso. Estoy molesto porque lo que hiciste fue irresponsable, muy irresponsable. La noche pudo haber terminado muy mal.

En el departamento de al lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora