3. Amo Nueva York. Odio a Caleb.

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-         Imagina lo raros que van a ser tus compañeros de clase – le dije a Caleb mientras desayunábamos baguettes en un restaurant llamado “Le France” que no quedaba muy lejos del edificio – Siempre he dicho que los doctores tienen una parte oscura, casi demente dentro de ellos que los hace resistentes a ver toda clase de cosas.

-         ¿Quieres saber que pienso de los estudiantes de periodismo? – preguntó con la boca llena.

-         No realmente, puedes ahorrártelo.

-         Pienso que son escritores frustrados que dan opiniones que nadie pide.

-         Gracias por el dato, Caleb – dije pisándolo por debajo de la mesa - Lo tomaré en cuenta, tal vez considere cambiarme de carrera y unirme a tu club de sangre y órganos.

-         ¿Sabes cuál es la mejor parte de estar en escuelas diferentes?

Lo miré sin decir nada, sabía por su rostro que estaba a punto de decir algo que dañaría mi orgullo.

-         ¿Cuál? – pregunté de mala gana.

-         Que quizá por fin puedas ocupar el primer lugar en algo – sonrió con maldad mostrándome su sonrisa de comercial de pasta dental -  Debió ser desesperante para ti esforzarte tan duro y ver mi nombre ocupando el primer lugar todos los años. Pobre, pobre Jane, por siempre en el segundo lugar.

-         El dos es mi número favorito, el número uno está sobrevalorado.

-         ¿Qué fue eso? – rio - ¿El lema de los perdedores? Todos saben que el segundo lugar es como decir “Felicidades, fuiste el primer perdedor”.

-         Eres un bastardo engreído.

-         Oh, Jane por favor detente, tus palabras hieren mis sentimientos – puso la mano en su corazón dramáticamente mientras seguía riéndose.

Odiaba cuando el ganaba las discusiones. Así que jugué mi carta más cruel para ganar la pelea verbal: su exnovia.

-         Ambos sabemos que tendría que ser rubia y superficial para herir tus sentimientos – sonreí juguetonamente cuando vi como borraba la sonrisa de su rostro.

-         No vayas por ese camino, Jane.

Vaya que iría por ese camino, aún recordaba con claridad el día en el que la escuela se paralizó porque su novia de tres años lo había terminado una semana antes del baile de graduación. Rachel era la líder del club de actuación y a mí me parecía que le faltaban un par de tornillos. Muy probablemente todo el set de tornillos.

-         Cuéntame, ¿Por qué te gustan tanto las rubias? ¿Viene grabado en tu sistema operativo? Conseguir. Rubia. Ahora. – dije haciendo mi mejor imitación de un robot.

-         Por lo menos no me siento atraído a chicas que me son infieles – sus palabras me hicieron sentir como si hubiera recibido un golpe. Sam, maldito Sam y su habilidad de tener dos novias al mismo tiempo – Tu historia es más interesante – cruzó los brazos en actitud de reportero - Cuéntame cómo fue cuando descubriste que estaba saliendo con…

No lo deje terminar y le lancé un enorme trozo de lechuga a la cara.

-         Te dije que no fueras por ese camino – se quitó el pedazo de lechuga con indiferencia.

Tenía que reconocerlo, había batallas que no podía ganar.

***

Pasamos nuestro primer fin de semana en Nueva York recorriendo los puntos turísticos, comprando comida para llenar nuestros respectivos refrigeradores y alacenas, visitando varios museos, comiendo en lugares interesantes llenos de personas exóticas y discutiendo por tonterías en cada uno de los lugares en los que poníamos un pie.

Nos gustara o no, solo nos teníamos el uno al otro.  Esperaba hacer nuevos amigos pronto. Inevitablemente recordé a Steve y a Milla, habían sido mis mejores amigos durante tantos años que separarnos para ir a la universidad había dolido mucho. Steve estudiaría Leyes y Milla veterinaria, ambos en distintas ciudades del país, nos masajeábamos y hablábamos todos los días contándonos las novedades en nuestras vidas. Mis actualizaciones se resumían en: Amo Nueva York. Odio a Caleb.

Regresamos a los departamentos en silencio, cansados por el paseo y cansados de discutir, le dije buenas noches y prácticamente corrí a mi cama. Después de todo lo que había pasado ese día, todos los lugares que había visto y cosas que había pensado, mi subconsciente decidió soñar con Sam. Lo peor era soñar con los días felices, me hacía extrañarlo más de lo que me gustaba admitir. 

En el departamento de al lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora