Capítulo 6. «Espíritu que retorna»

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—¿Connor Ramgaze? ¿Aquí? —preguntó Alannah, sorprendida. Amaris se fingió intranquila, como su desde antes hubiera sabido que él vendría, (cosa que era real), y eso le aferrara, (cosa que no lo era), mientras que su hermana mayor miró atentamente su rostro, tratando de leer lo que sucedía—. ¿No era tú amigo? ¿Sabes por qué quiere hablar conmigo?

La sala del rey se quedó en silencio. Alannah miró duramente a Amaris desde su trono, como llevaba haciendo durante semanas. Ella establecía juicios y veredictos a diario, mientras que Amaris forzosamente tenía que asistir por ser parte de la corte.

—Yo... —dudó, todo estaba planeado para que ella parecía asustada de ver a su amigo— No sé que es lo que quiera. No creo que debas de confiar en él, sea lo que sea que tenga que decir, no le creas, me ha estado molestando mucho y...

—Dejénlo pasar —mandó Alannah, justo como el plan lo indicaba—. Quiero ver qué tiene que decir.

Los guardias abrieron las puertas de par en par. Entró Connor, lleno de gracia y confianza, aunque también bastante decidido.

—¿A qué se debe tú visita, Connor Ramgaze? —preguntó Ranik. Por un momento la decisión de Connor quedó de lado, porque palideció al verlo vivo. Amaris tragó hondo, luego él por fin contestó:

—A jurarle mi lealtad a la nueva reina —hizo una pequeña reverencia, ya compuesto y luciendo mucho más maduro de lo que Amaris recordaba—. Cómo el único heredero de la casa Ramgaze, prometo poner a mí ejército a su disposición, dar mis impuestos y hacer todo lo que usted disponga. 

El cuarto quedó en silencio. Alannah se llevó la mano a la barbilla, pensando lo que contestaría.

—No lo haga, mi reina —dije—. No puede confiar en él.

—¿Mi reina? —preguntó Alannah—. ¿Desde cuándo estás a mi servicio? ¿Por qué estás rechazando al que antes fue tú, "mejor amigo"?

Amaris se fingió nerviosa. Bajó la mirada, apretó los labios, y dijo un simple:

—No se puede confiar en él, te traiciona cuando más lo necesitas.

—¡La feliz amistad se separó! —se burló Alannah, satisfecha—. ¿Qué tienes que decir para defenderte, Connor? Pruébame que estás conmigo.

—Amaris miente. Ayer nos reencontramos y ella me confesó que tiene poderes aún. No tiene ya la clarividencia o el hielo, pero puede manejar el agua levemente, para curar o moverla lentamente.

—¿Has estado ocultándolo todo este tiempo? —preguntó Alannah mientras me miraba directamente— ¿Piensas revelarte, es eso? ¿Crees que tienes posibilidades contra mí?

Aquel tono seguía siendo nuevo para Amaris. Llevaba conociendo a Alannah toda la vida, creía que era diferente en todos los sentidos. Qué se mostrara confiada, engreída, egoísta y dura, resultaba doloroso. Connor fue a defenderla, porque aunque quería conseguir su confianza no quería que Alannah le hiciera algo, como a Piperina, y dijo:

—No. No es ni un poco poderosa. Ailiah mía, ella le teme. Cree que no tiene posibilidades y como la cobarde que es se esconde para que no le haga lo mismo que le ha hecho a sus otras hermanas.

Alannah apretó los labios. Connor había hablado exactamente como Amaris le había dicho que lo hiciera. Se había referido a aquél hecho como una victoria y no como algo malo.

—Muéstralo —dijo. Ranik se acercó a ella en gesto protector, tomó su mano y le murmuró al oído:

—Él y ella eran muy amigos. No entiendo la razón por la que vendría aquí contigo como amigos.

Susurros de Erydas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora