Capítulo 26. «Bienvenido a la subrealidad»

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Que Ranik estuviera de vuelta se sentía extraño. Zedric lo había visto estar en los campos de pena, en la ciudad de la gloria, salir del Inframundo, regresar a él, e incluso mucho más.

Lo había visto cambiar, estar sin corazón, sin alma, sin sentimientos.

Parecía que ya hacía mucho tiempo de su partida, de aquel tiempo en que había tenido personalidad, siendo realmente él mismo. Y ahora, de repente, estaba de vuelta.

Se veía más poderoso. Su tez estaba blanquecina, sin rastro de imperfecciones, e incluso parecía brillar. Su cabello estaba rizado y negro como el carbón, mientras que su ropa, de seguro elegida por Alannah, mostraba el rango que parecía tener. Había que admitir una cosa, Ranik seguía siendo el rey consorte del Reino Luna. Estaba casado con ella.

-¡No puede ser! -exclamó Piperina cuando vió a Ranik salir del portal. Zedric no había explicado mucho antes de marcharse, porque tenía que actuar rápido si realmente quería obtener resultados.

Zedric había estado esperando ese momento por días desde que Alannah había cortado la conexión que tenía con Amaris. Cuando Ranik, con la mente clara, además del conocimiento y poder que había adquirido en todo ese tiempo, había borrado la barrera que impedía a Zedric conectarse con ella y su entorno, las cosas estivieron frente a él, certeras. Vió a Amaris, sintió la realidad que la rodeaba, lo mucho que sufría, pero, también, la satisfacción que llenó su ser porque sabía que Ranik estaba de vuelta.

-Es... -también habló Skrain-. Imposible.

-No lo es -contestó Ranik-. Amaris lo hizo posible.

Ambos intercambiaron miradas felices. Piperina se acercó y lo rodeó con sus brazos, satisfecha. El ambiente estuvo cálido, feliz y estable por unos segundos, así hasta que Adaliah habló y rompió la tranquilidad.

-Ella no tardará en volver. Alannah no dejará que esto pase desapercibido. Es demasiado poderosa, y tiene el cetro.

Zara apretó los labios. Calum sonrió, porque el drama parecía ser su principal fuente de entretenimiento.

-Mira a los amigos reconciliarse y deja de ser aguafiestas -agregó Nathan-. Es bueno tenerte de vuelta, amigo.

Ranik y Nathan chocaron los puños. Zedric tenía su mente dando vueltas, apenas si podía pensar.

-Tenemos que actuar antes de que ella lo haga -dijo-. Porque, si lo que vimos es cierto...

-No es tan difícil invocar a la Luna -completó Ranik-. Y ella, antes que ir a la guerra, intentará todo para que eso suceda. Es incluso más difícil rastrearla cuando su velocidad se vuelve mucho mayor gracias al cetro, y también hay que tomar en cuenta que...

-¿Qué? -preguntó Amaris. Ranik la miró fijamente, poniendo una mano sobre su mejilla, y murmurando:

-Que estás débil. Que será difícil para tí defenderte, pero, que si los rumores son ciertos...

Ranik volteó su mirada hacia Zedric. Este entrecerró los ojos, porque tenía una leve idea de lo que su antiguo amigo estaba tratando de sugerir.

-Tenía que hacer algo -contestó en un tono que no esperaba usar. Había sonado enojado, celoso, posesivo. No poder leer la mente de Ranik no ayudaba en nada.

-Prácticamente tomaste todos los derechos y poderes de Amaris solo porque ella estaba lejos. Querías convertirla en un objeto de rebelión, en la impulsora de la guerra, ¿Y crees qué serviría de algo?

Zedric comenzó a respirar con rapidez. No quería enojarse antes de tiempo.

-¿De qué estás hablando? -preguntó Piperina, que parecía incluso más afectada que Amaris. Entonces miró a Zedric, y le preguntó a él específicamente-. ¿Qué es lo que Ranik está insinuando?

Susurros de Erydas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora