-Estoy ciega como nunca lo he estado -dijo Amaris con voz baja y lenta-. Lo necesito, lo necesito cerca.
-Amaris -le contestó Ranik-. Eres una persona singular, no lo necesitas cerca de tí. Menos dentro, en tú cabeza, viéndolo todo.
-¿Dónde estuviste? -preguntó ella. Ranik quitó su vista del mar y la miró fijamente, más no dijo nada. Amaris se acercó a él, tomó su mano y farfulló con lentitud-: Prometieron que no habría más guerra. No parece que eso esté sucediendo.
-Me había olvidado de lo poderosa que eres -contestó él-. Toda mi vida anterior se ve borrosa, pero especialmente, tú. Es como si mi mente borrara todo lo que tiene que ver contigo en una niebla densa y oscura.
-No soy lo suficientemente fuerte. No como querría.
-Dices esto por lo que te dijo Alannah. Eso de que eres lo suficientemente poderosa como para hacerme el que era antes sin ayuda del cetro.
-No lo digas de esa forma -Amaris bajó la mirada y apretó los puños, tratando e esconder la obvia furia que le provocaba escuchar a Ranik hablar con tanta frialdad-. No quiero escucharte. Es más, no quiero verte. No quiero tenerte cerca. No sino eres tú mismo. No puedo tolerarlo.
-Demasiados nos en una oración, pero, es imposible. Soy el único que no le teme a tú poder ni está tan asustado como para querer mantenerse lejos de tí, así que Alannah me ha mandado a estar cerca, aunque sea como vigilante, aunque también un poco para torturarte.
-¿Cómo es qué sabes tanto de ella y lo que quiere?
-Desde que desperté hemos estado conectados psíquicamente así como estaban Zedric y tú. La única diferencia entre nosotros y ustedes es que nosotros somos un canal de dos lados, y el suyo solo tiene uno.
-Es curioso que en este estado tuyo aún tengas la capacidad de burlarte y ser cruel con los demás. Es como si estuvieras enojado y celoso por nuestra, «conexión».
-Sólo digo lo que veo -contestó. Amaris lo miró fijamente, y se acercó a él tanto como para enrollar los brazos en él. Ranik se puso tenso, y ella dijo:
-Extrañaba tenerte cerca. Te extrañaba mucho. Aún te extraño.
Ranik tomó las manos de Amaris y la alejó de él. Ella sintió que una pequeña lágrima corrió por su mejilla, y no pudo más que mirar al mar para no sentirse avergonzada. Subió la mirada entonces hacia el cielo, dónde varias figuras oscuras parecían venir, como pequeños pájaros que parecían estar a mucha distancia.
Esas cosas negras se movían demasiado rápido. Entonces estuvieron más cerca, y un grito le confirmó a Amaris que su vista no estaba mal, porque lo que veía, antes que nada, parecía increíble.
-¿Qué es eso? ¿Son dragones? ¡Son dragones!
Esa voz era de alguien conocido, aunque nunca la había escuchado tan asustada. Amaris giró su rostro y encontró a Sephira agachada a su lado. Estaba joven. Demasiado joven. Sus ojos se veían humedecidos, y, asustada, giraba su rostro de un lado al otro.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Amaris-. ¿Nunca habías visto algo así?
-No -contestó Sephira-. No. Los dragones están lejos, en el Gran Bosque.
-El bosque encantado -murmuró Amaris por lo bajo.
-¿Y cómo es qué puedes verme? -preguntó Sephira con voz incrédula y baja-. ¿Tú también tienes mi poder? ¿En qué tiempo estamos?
-En el futuro -contestó Amaris, volviendo su vista hacia el mar, donde los dragones volaban de un lado al otro, como si jugar entre ellos-. Realmente es la primera vez. No puedo creerlo. Entonces, Sephira, ponte detrás de mí y observa. Los sueños se tratan de eso, de observar. Agradece que no estás en un problema, porque si viajas en el tiempo y te encuentras con alguien peligroso, alguien que será tú enemigo y puede verte, entonces todo estará perdido.
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Susurros de Erydas.
FantasyUna guerra se ha librado. Lo que se creería que traería paz absoluta fue sólo un preludio hacia una guerra más poderosa aún, una lucha de poder. Amaris, cuarta princesa del Reino Luna, está desesperada por encontrar a su hermana. Sabe que la necesi...