Capítulo 28. «Encuentro con el poder»

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El rey organizó una gran cena para festejar el nuevo compromiso de Zedric. Cómo siempre se hacía a puertas de la guerra, todos los miembros del consejo y principales generales se encontraban en el palacio como parte de la corte del rey. La cena tuvo más de cincuenta invitados, (los más cercanos al rey), mientras que, después de ella, habría un baile dónde varios generales nobles y poderosos asistirían también.

Entre los nobles que habían asistido a aquella cena estaba también el cabecilla de la familia Houndlight, padre de Elina, a quien Zedric estaba apunto de abandonar. La mayoría de las personas ya hablaban de la boda entre Zedric y Amaris, un rumor que, más que otra cosa, mantenía a ese hombre furioso mirándolo fijamente.

La cena fue callada en un principio. El rey sonreía, lleno de satisfacción, mientras que subía y bajaba la mirada, a veces concentrándola en Zedric, otras en Amaris, pero también en los padres de Nathan, como burlándose de ellos y de su poder.

-Así que... -a mitad de la comida, cuando todos parecían más callados, furiosos, o entretenidos en sus platos, extendió los brazos y dijo-: La situación es bastante complicada en nuestros reinos. Esta cena la organicé para hacer un anuncio que, personalmente, me deja completamente satisfecho.

-No estaré aquí para escucharlo -el padre de Elina, furioso, se levantó de la mesa antes de que el rey pudiera decir algo más. El rey entrecerró los ojos, ordenáokndole mentalmente que se sentara.

Zedric podía escucharlos. El rey dijo:

-Maldita sea, siéntate, no te comportes como un marica, sabes que te conviene escucharme, porque, sino lo haces, tú cabeza estará clavada en una pica antes de que lo notes.

Ya hacía mucho tiempo que no veía a su padre tan motivado en algo. Zedric no pudo evitar rodar los ojos, especialmente cuando el padre de Elena se sentó, sumiso.

-Yo lo anunciaré, padre -dijo Zedric. Enseguida se levantó, miró a su alrededor, y continuó-: Sé que hace unos meses anuncié mi compromiso con Elina, pero eso ha terminado. Estos meses conocí a una persona que me ha cautivado completamente, alguien a quien le daré mi apoyo incondicional, porque la amo. Ella es Amaris Stormsword, y ha aceptado convertirse en mi esposa. Juntos lucharemos por un futuro juntos, y estoy seguro de que está unión creará un nuevo régimen para nosotros.

-Felicidades, príncipe, por su pronto matrimonio -dijo Terrance Delas, uno de los sabios que siempre frecuentaban la corte del rey, encargados de hacer rondas, ser embajadores o transmitir mensajes a sus superiores-. El amor que hay entre ambos parece real y fructífero. Espero que esto le traiga bendiciones a su familia y descendencia.

-Muchas gracias -respondió Zedric.

-Perdone mi atrevimiento -el siguiente en hablar fue Kilor Swordship, el padre de Nathan. También se veía un poco enojado, más hacía un buen trabajo en ocultarlo- Pero estamos en puertas de una guerra, ¿Qué es lo qué significa esta unión? ¿Una estrategia para unir fuerzas con el frente enemigo?

La mayoría de los pensamientos que rondaban en aquel momento eran, más bien, variados. Algunos apoyaban la unión y creían en la obvia manifestación de poder mediante aquella, más otros, por su parte, estaban furiosos. Veían a Amaris como un ser de otro planeta, indigno de casarse con el príncipe heredero.

-Perdone mi atrevimiento -la que contestó fue Piperina, con mirada filosa y un aura oscura gracias al vestido y velo que usaba, casi negros-. Pero creo recordar que justamente eso estaba intentando hacer cuando acordó el matrimonio entre Nathan y yo.

Kilor se sentó, derrotado. Amaris suspiró, Zedric supo enseguida que estaba dispuesta a hablar y comunicar su percepción de las cosas.

-No me vean como el enemigo -dijo, igual de poderosa que Piperina, y, con aquel vestido rojo, anunciando el aura de destrucción que se aproximaba-. Mi hermana es su enemiga. Ella quiere conquistarlo todo, a todos, y hará lo que sea para conseguirlo. Vean esta unión como un simple trato de amor y fidelidad entre dos enamorados en puertas de la guerra. Antes que cualquier cosa, lo que menos toleraría sería perder a mí amado príncipe, Zedric.

Susurros de Erydas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora