—Ahora pareces más patética que yo —dijo Skrain a través de las profundidades. Estaba en la misma celda que Amaris, pero ella se había aislado en el fondo de la cueva, durmiendo la mayoría del tiempo, el demás escribiendo algunas extrañas runas en la pared con carbón.
Era la primera vez que la veía medianamente cuerda en tres días. No le había contestado ninguna vez de las que le había hablado antes, mucho menos le había dirigido la mirada, pero al menos en aquel momento lo hacía, lo que ya era un avance.
Amaris entrecerró los ojos. Skrain estaba al lado de la luz, y ver sólo un atisbo de ella hizo que le doliera la cabeza.
—No recuerdo haber llegado aquí. Alannah, ella dijo que mandaría a la cárcel, y todo esto lo hizo como una trampa. Entonces... —se detuvo, furiosa—. Lo pagará.
Skrain entrecerró los ojos. Estaba atónito.
—Llevas aquí varios días —dijo, tartamudeando—. ¿Es qué no lo recuerdas? Has estado escribiendo con el carbón como loca.
Amaris bajó la vista. Lentamente, contestó:
—No recuerdo nada.
—Pero dime qué pasó —insistió Skrain—: ¿Por qué estás aquí?
Amaris suspiró. No quería recordar nada. Recirdar la sensación de tener a ese espíritu dentro de ella hizo que se le cortara la respiración.
—Alannah no hizo todo esto sola. Alguien tuvo que ayudarla, darle todos estos extraños conjuros, una persona sabia —suspiró—. Connor volvió, y juntos dedujimos que se trataba de un espíritu, decidimos que si sabíamos que espíritu era, entonces podríamos conseguir información, saber de qué libro sacó toda esa sabiduría. Intentamos buscar en la biblioteca del bosque encantado, pero...
—Necesitabas saber que libro era si querías entrar —completó Skrain—. Lo sé, he estado ahí antes. Hay más cosas en el bosque encantado de las que puedes imaginar.
—Connor le juró lealtad a Alannah, tal vez así le contaba la verdad a él. Y lo hizo... hablando de mí y de que aún tenía poderes. Ella se enojó, me hizo enfrentarme a un ogro, y, mientras me enfrentaba al ogro, el espíritu ese se metió en mí, y me ayudó. ¡No entiendo nada! ¿Qué es lo qué gana ayudándome?
—No lo sé —murmuró Skrain, incrédulo—. He escuchado que existen espíritus en pena que buscan cuerpos para poseerlos y conseguir vida eterna. Tal vez el trato entre Alannah y ese espíritu era que la ayudaría si ella conseguía tú cuerpo.
—Mi cuerpo —murmuró Amaris, molesta. Su mirada cayó en el muro detrás de ella, lleno de runas inentendibles, y completó—: Es antiguo. Tal vez Cassira pueda traducirlo.
🌙🌙🌙
—Has permanecido callado desde que Amaris peleó contra el ogro —dijo Alannah para llamar la atención de Connor mientras ambos comían esa misma tarde, solos. Alannah estaba en la punta de la mesa, mientras que Connor a su lado, trataba de no sentirse intimidado por su cercanía en una mesa tan amplia—. Pareciera que estás de su lado pero, si lo estuvieras, ya hubieras ido a verla. Cuéntame qué es lo que te abruma.
Connor bajó la mirada, tratando de enmascarar su enojo con pena o miedo. Era bueno en eso.
—No puedo creer lo poderosa que se mostró —contestó— Pareciera que realmente es una amenaza para nuestro reino, porque tanto poder, sin contenerse...
—No fue ella —insistió Alannah, con voz cálida y amable, su vista azulada confiada, sin mostrar debilidad. Era la peor mirad que podía darle, porque generalmente después de estar tan cambiada era cuando su humor cambiaba drásticamente de un momento al otro—. Fue un espíritu, ese que apareció mientras peleaba con Piperina el año pasado, ¿Lo recuerdas?
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Susurros de Erydas.
FantasyUna guerra se ha librado. Lo que se creería que traería paz absoluta fue sólo un preludio hacia una guerra más poderosa aún, una lucha de poder. Amaris, cuarta princesa del Reino Luna, está desesperada por encontrar a su hermana. Sabe que la necesi...