2.- Aullidos de medianoche

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La presencia de los Sentinellas en este lugar aumento. Todos paseándose por las calles con la ropa negra y dorada. A todos los hace sentir más tranquilos, todos dicen que es mejor que estén aquí, los rumores de lo que paso se han salido de control, no me creo muchas cosas de lo que dicen en la calle. Sí hubo una explosión que hizo una abertura en un muro, y también es verdad que los prisioneros escaparon. Nadie ha podido explicar cómo es que nadie vio como lo hicieron, y cuando pasó la explosión no se encontró más que escombros. Sé que no escaparon por los bosques, pero no quiero decir nada sobre mi encuentro.

El libro que encontré resulto una especie de diario, pero no conozco el idioma en que está escrito, y lo único que entiendo son unos dibujos que están en las hojas centrales, son dibujos de Melauth, no están bien hechos, pero al menos sé lo que es.

— Rahn...

— ¿Qué?— me empujan, casi me caigo cuando tropiezo con mis pies.

— Apártate, perro inútil— suspiro cuando Margio pasa por un lado. Su poder es hacerse invisible, y le gusta mucho hacerlo y ponerse en mi camino y luego culparme por haber chocado. Ya no me importa lo que haga, en tres días no le veré más, habilidades como la suya le hace más indispensable en una ciudad que en el campo, yo haré lo posible por estar fuera de la ciudad.

— Deberías hacer algo con él, no puedes dejar que siga molestándote.

— No me importa, me iré pronto— silencio. Oh, no... Vanna tiene los labios apretados, casi blancos, y los ojos con lágrimas— lo siento, no quería decirlo así. Si puedo, prometo que vendré a visitarte.

— No lo harás. Te irás lejos y no volveré a verte.

— Por supuesto que vendré, vendré antes de tu prueba, y cuando sea también, para saber a dónde tendré que ir a visitarte— Ella sonríe, y algunas lágrimas caen por sus mejillas— no pasara nada, ya verás que no será muy diferente— Pero ni siquiera yo me creo eso. Es difícil intentar calmarla cuando yo solo intento seguir con mi vida, conformarme.

No estoy nervioso, pero he comenzado a dormir poco. Me quedo sentando en la ventana, mirando al cielo, las tierras más allá de los muros. Podría haber escapado con los prisioneros esa noche ¿tendría el valor? Lo he pensado, mucho, pero siempre que comienzo, pienso en otras cosas porque sé que no me atreveré y solo voy a darme esperanzas que me harán sentir peor cuando las cosas no salgan como pensé. He tomado como habito hojear el librito, en busca de cualquier cosa, como si entendiera las palabras.

Quiero vivir en el bosque. No me gusta la ciudad, y no me gusta hacer lo que otros me dicen.

Se siente bien escribir, aunque no lo hago a menudo. Prefiero dibujar hago un dibujo del bosque. Imagino montañas, ríos... todo lo que nunca he visto y pienso que está más allá de las murallas. Mientras hago un dibujo de lo que veo desde la ventana, centrándome en la luna sobre los árboles, lo escucho. Viene del bosque, un sonido largo, sostenido. El aullido de un lobo a la luna. Solo que no hay lobos en este bosque. El sonido se apaga, pero pocos segundos después lo escucho de nuevo. Me dan ganas de responderle, porque de algún modo entiendo lo que quiere decir.

Cierro la ventana y voy a la cama.

— Rahn, despierta— hay mucha luz en la habitación. Chaelene ella está cerrando las ventanas. Mucho ruido— ¿Estas despierto?

— ¿Qué hay?

— No respondas así— Chaelene es una mujer de casi sesenta años, muy estricta, siempre trae el cabello blanco recogido y la hace parecer más molesta de lo que esta— es importante, levántate.

— ¿Qué paso?

— Habrá una revisión. Están inspeccionando cada casa— me mira, luego da una mirad alrededor y baja la voz cuando vuelve a hablar— han estado robando alimentos y armas de las bodegas. Los vendedores han estado quejándose de robos también, ¿sabes algo sobre eso?

RE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora