4.-La balada del sujeto de la alegre rebeldía

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Después del incidente con Zachelle, había esperado por lo menos un buen sermón sobre controlarme y no lastimar a nadie y ese montón de cosas que nos dicen cada que nuestras habilidades nos sobrepasan.

Nadie me dijo nada. Vahard vino a buscarme al bosque, no muy lejos y donde podían verme en caso de que pensaran que quería irme, para traerme algo de ropa. La dejo a un lado de mí sin decir nada y así mismo se fue. Creo que como todos, pensó que no podía entenderle siendo un animal. No tengo ánimo para ir con todos ellos, aun no sé qué pensar al respecto pero no quiero pensar, supongo que por eso todavía sigo como lobo, es más fácil no sentir mucho ni pensar mucho siéndolo que volver a ser humano.

Despierto con el olor a humo y comida. Mi estómago gruñe y duele de hambre. A unos pocos pasos de donde estoy hay una fogata, con algo cociéndose ensartado en largos y delgados pedazos de madera. El olor me hace ladear la cabeza, olfatear y levantarme y caminar sin pensarlo mucho. Zachelle está sentado, silbando mientras vigila que lo que sea que está allí no se queme.

— Vahard piensa que tienes problemas de confianza. No has hablado con nadie, y después del entrenamiento pensó que sería bueno que hablara contigo otra vez ¿Qué dices? ¿Una comida de la paz?— ya está oscuro, los arboles dan la sensación de que es mas tarde. Me muevo hasta volver a sentarme y luego recostarme a un lado de Zachelle— tomare eso como un sí. Conseguí robar un poco de carne de la cocina, espero que nadie se dé cuenta...— otro olor, más fresco, llama mi atención. Zachelle trae una camisa nueva, entera, sin suciedad, y creo que también un vendaje en la mordida que le di que no oculta el olor de la sangre. Él sigue hablando de las cosas triviales que pasaron en el día, como si el hecho de que alguien le atacara fuera normal. Regreso a donde estaba cuando noto que todavía no hay comida, no quiero comer como lobo porque hay muy poca comida— ¿A dónde vas? Chico lobo...

— mi nombre es Rahn.

— así que te tenemos de regreso.

— no me he ido.

— ¿Tienes hambre?— por respuesta, tomo uno de los trozos de madera con carne. No me importa si está un poco cruda todavía— bueno ¿y qué harás ahora?

— todavía no lo sé. Esto es extraño... lamento lo de tu herida.

— no es nada, aunque le diste un susto a los demás. No creo que nadie se atreva a molestarte por aquí después de ver semejante espectáculo.

— ¿no estás molesto?

— Pudo ser peor— se encoje de hombros y luego hace una mueca de dolor— Eres bueno combatiendo, casi tanto como Vahard o algunos de los desertores.

— ¿desertores?

— hay algunos Sentinellas que dejaron sus puestos para unirse a la fortaleza. Ellos se han encargado de entrenarnos y enseñarnos las rutas más fáciles para ir a las ciudades. Cómo pudiste ver, la mayoría aquí apenas puede seguir un solo combate.

— Haces trampa— suelta una carcajada, incluso se sujeta el estómago para seguir riendo— no lo dije para que rieras.

— Lo sé, y no son trampas, son ventajas inesperadas al momento de tener una lucha. Sé que apenas alcanzo el promedio de una persona para una lucha real, posiblemente no dure mucho en un combate directo con un Sentinella experimentado, solo necesito encontrar otras formas de seguir vivo y libre. Además, no hay ninguna regla que me impida hacerlo.

— No es honorable.

— No busco honor.

— ¿Que buscas entonces?

— Libertad y tranquilidad. No quiero vivir como... como tú, vaya. Quiero elegir todo por mi cuenta y no solo creer que tengo opciones... estoy aquí porque quiero, podría irme cuando quisiera, nadie nos obliga a quedarnos, pero irme significa que tengo que seguir viviendo ocultándome, esperando a que las cosas cambien ¿alguna vez has querido ser parte de algo? Sé que quedarme aquí es mejor que estar huyendo.

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