Capítulo 33|Amor.

147 17 17
                                    

Narra Laurence.
-Podré hacerlo-dije intentando ponerme de pie.
-No-dijo mamá.  -Suficiente, te estás haciendo daño.
-Estoy bien-sonreí.
-Cuando llegue el momento de ponerte de pie lo harás,  créeme.
Negué con la cabeza. No sabía lo feo que es sentirse inútil.
Mi pierna y mi brazo aún siguen inmóviles, pasó un mes desde aquella noche. 
-Quiero irme de aquí-dije con cierto fastidio.
-No puedes irte aún-acarició mi mejilla.
Suspiré.  Un mes en el hospital era como pasar un mes encerrada en un horrible lugar, esperando día a día que llegue la noche y dormir, deseando que el tiempo sea más veloz a diario.
April Kepner se adentró en la habitación más sonriente que nunca.
-Hey, Laurence.
-Hola, April-sonreí. 
-Tengo una buena noticia para ti. En una semana podrás regresar a tu casa
-¿En una semana?-pregunté.  Probablemente iba  a enloquecer si pasaba una semana más allí. 
-Sí-respondió. 
-Al menos dime que podré caminar.
-Necesitamos hacerte estudios, pero no, no podrás hacerlo.
Respiré profundamente. Creo que de haber tenido algún objeto a mi alcance lo hubiese destruído sin dudar. 
April y mamá salieron un segundo para hablar sobre mi salud, al menos a mí en este momento no me interesaba, porque nada me interesaba más que salir de aquí. 
El resto del día lo pasé observando el suelo, no lloré ni emití sonido alguno.
-Tienes que comer algo-dijo mamá. 
Negué.
-Vamos, Laurence. 
-No tengo hambre.
-No me interesa si tienes o no hambre, me interesa que al menos pruebes algo, porque de no hacerlo en una semana seguirás aquí,  encerrada entre estas cuatro paredes.
-No quiero probar esto, sólo quiero irme de aquí,  quiero volver a tener la misma vida que tenía-hablé.
-Ya no sé qué hacer contigo-dijo. -Todos aquí están haciendo lo posible para verte bien. Pero no lo valoras.
-Sí lo valoro-respondí molesta. -Pero mi tolerancia tiene un límite también. 
-Ellos deben tener realmente mucha tolerancia contigo-dijo. -Y espero que la tengan. Yo ya no la tengo contigo.
No respondí. Supongo que tenía razón.
Aún me cuestiono si era necesario o no escapar de casa,  es una duda que siempre va a estar presente en mi mente.
Mi brazo comenzó a doler, pero no dije nada, sólo iba a fastidiar a mi madre.
Suspiré. Haría de esta semana una semana tranquila, sin darle muchos problemas a mis padres. 
Mamá pasa día y noche conmigo, supongo que también desea ver a Tommy y Melody más tiempo.
-Deberías decirle a papá que venga-propuse. -Él puede quedarse conmigo. Sólo será esta semana, luego volveré y no molestaré más a nadie.
Me observó con tristeza,  sus ojos no expresaban más que cansancio.
-No.  Yo voy a quedarme contigo. 
-Dile a papá. 
-Voy a pasar esta semana aquí,  quiero quedarme contigo. 
Supuse que lo decía para no herir mis sentimientos, pero necesitaba descansar y eso era notorio.
Así que, creo que tomé el valor de sacar la valentía que tenía reprimida en alguna parte de mi ser, y hablé:
-Yo no quiero que te quedes-dije.  -Vuelve a casa.
-Pero quiero cuidar de ti.
-¿Quieres cuidar de mí? Hazme el favor de regresar a casa y descansa, podrás cuidar de mí cuando no estés estresada y llena de miedos. Ahora vete a casa y pasa tiempo con mis hermanos,  ellos te necesitan también, no soy sólo yo tu hija. Vete y descansa.
-Pero tu padre tiene turnos aquí.  No podrá estar las veinticuatro horas del día a tu lado.
-Podré sola. O hablaré con Teo, no necesito compañía todo el tiempo-mentí.
-¿Estarás bien?.
-Deja depreocuparte por mí.  Vuelve a casa.
Aunque no parezca, hubiese sido un gran acto de egoísmo de mi parte no dejarla ir. En cierto modo, lo fue durante este mes.
Todos sabemos que es mi madre y daría lo que fuera por mí,  pero no permitir que salga de aquí al menos durante algunas horas, sería súper egoísta. 
Narra Owen. 
Observé a Laurence dormir y sonreí, estaba agradecido de tenerla conmigo.
En parte, ese accidente no fue tan grave como podría haber sido y creo que eso ayudó a tenerla aquí hoy.
Los días y las noches pasaban velozmente,  en un abrir y cerrar de ojos habíamos llegado al día número siete de la semana y Laurence ya estaba preparada para regresar. 
-Quiero que no hagas esfuerzos con tu pierna y mucho menos con tus brazos. De lo contrario estarías aquí algunos días más-advirtió April.
-Entendido-dijo Laurence. -Ahora ven aquí. 
Ambas se unieron en un abrazo que, desde mi parecer, expresaba lo agradecida que mi hija estaba. 
-Gracias-sonrió.
-Estoy agradecido contigo-sonreí.
La pelirroja me abrazó y sonrió. 
Hace algunos minutos se adentró en la habitación con el propósito de ayudarme con Laurence, porque su pierna se mantuvo un mes en una posición recta.
-Escucha, sobre tu brazo, podrás liberarte de eso en una semana-sonrió. Hizo referencia a la venda grande y resistente que colocaron en su brazo, mantiene el hueso que está fracturado inmóvil durante el proceso de curación. 
Cuando me aseguré de tener todo listo, atravesé el hospital hasta llegar al auto y con mucho cuidado acomodé a Laurence en el asiento de acompañante.
Llegamos a casa luego de un largo (o al menos para nosotros fue largo, quizá la impaciencia hizo que lo interpretemos de esa manera) viaje.
Abrí la puerta con cierta impaciencia y finalmente, estábamos todos unidos nuevamente.
Laurence comenzó a llorar y aún no comprendo bien por qué,  seguramente tiempo antes hubiese dejado que Amelia lo haga, pero la abracé. 
La abracé porque necesitaba brindarle protección, esperanza, cariño y confianza. La abracé porque de no hacerlo jamás me hubiese perdonado eso.
La abracé porque la amo, y en cualquier circunstancia el amor es más fuerte.
La abracé como nunca antes lo había hecho, la aferré a mí como cuando tenía cuatro años y necesitaba atención. 
La abracé porque supe que era momento de hacerlo y porque lo necesitaba como al aire para respirar.
-Jamás estarás sola-susurré.
Sentí como sus pequeñas manos le daban calor a mi espalda y sonreí,  porque por primera vez logramos conocernos de una manera diferente. Pasamos siete días juntos y logramos conectarnos de una manera distinta.
-Te prometo que siempre vamos a estar para ti-besé su frente. 
Logré lo que había deseado durante años, conocer ese lado de Laurence que no conocía. 
Sí la había visto derramar lágrimas, pero jamás de esa forma, siempre había hecho todo sola.
Y sonreí porque una vez más sentí que estaba haciendo las cosas bien con ella.
-Te amo, papi-susurró.
《☆》
SON HERMOSOS, BASTAAAAAAAA.
ME TIENEN MAL😍😍
Me encantaría saber qué opinan de la historia♡
¡Gracias por leer amores!

Family And Problems||•Omelia•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora