Celos.

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Hiro estaba a punto de quebrar el lápiz que sostenía entre sus manos.
Tenía una rabia incalculable.

Como se atrevía el tonto músico mexicano a jugar así con él, toda esa fachada de tipo inocente y qué quería conocerlo y agradarle no era más que basura.

Unas noches atrás...

Hiro se encontraba exasperado después de que el idiota de Marco tocara su trasero sin permiso, afortunadamente logró golpearlo con algunos postres que tomó cerca de la caja registradora antes de perseguirle, en su cabeza planeaba paso a paso un posible asesinato, si modifica un poco a Baymax podría usarlo para transportar el cadaver del chico de ojos ambar a la mitad del océano y... Sus pensamientos fueron interrumpidos por una dulce voz que conocía con familiaridad.

-Oye, ¿podemos hablar?- preguntó el chico del lunar con un brillo particular en sus ojos.

-Claro Miguel ¿que sucede?- preguntó el semiasiatico relajando un poco su expresión.

-Solo quiero decirte que no puedo dejar de pensar en ti- El corazón de Hiro comenzó a latir fuerte mente.

-Cuando estoy lejos, mi mente siempre regresa el recuerdo de ese bello y profundo color negro de tus codos.-

Miguel se quería morir, ¿acaso confundió la palabra ojos por codos? Se maldecia internamente. Pero aún no era presa del pánico tal vez el genio no lo había escuchado.

Hiro cambió su tierno sonrojo por un ceño fruncido miró su codo y lo tocó con las yemas de sus dedos.

-Eres un tonto Rivera- el genio se fue de regreso al luckycat odiadose a si mismo por extrañar a ese par de mexicanos.

-N-no, espera era ojos... - pero el chico ya había entrado de vuelta al café.

Después de aquella desastrosa charla el genio esperaba impaciente volver a encontrarse con el músico para disculparse por su grosera forma de marcharse. Pues el estrés del momento lo hizo actuar de esa manera. Pero aún no lo había visto, solo Marco había parado en el café esos días.

Lo que el no esperaba es que cuatro días más tarde el músico regresaría al café pero todo su atención sería robada por el nuevo mesero, Kubo.

Un lindo chico japonés de piel palida y largo cabello azabache, tenía un parche en su ojo dándole cierto toque misterioso y llamativo, pero su ser parecía irradiar un aura tranquila y amable por lo cual no era extraño que todo el mundo estuviera comodo con su presencia.

Incluso el genio de la robótica lo consideró un amigo desde su segundo día en el trabajo, y ahora tres semanas y media después estaba ese tierno chico robando la atención de SU mexicano.

Lo qué más le dolía es que creyó que Miguel genuinamente se interesaba por él, pero ahora que lo veía bien riendo y charlando tan interesado en el japonés se sentía un tonto por creer aquello.

Su orgullo estaba altamente herido, la forma en que Miguel lo había ignorado desde que llegó le calo en el alma como nada antes lo había hecho y por eso el lápiz que sostenía entre sus manos estaba por pagar las consecuencias de sus celos, pero salvado por la campanilla del Lucky cat, Hiro se vio distraído de su labor de romper a la mitad el pobre utensilio de madera. Cuando notó la presencia de un músico mexicano de ojos ambar que tenía ya una semana completa llendo a verlo.

-Hola Chinito.- Saludo De La Cruz con una amplia sonrisa y tomando asiento frente al genio.

-Hola Marco- respondió apenas volteando a ver al mencionado.
-¿te traigo lo de siempre?-

-Así es, chinito de mi corazón- dijo con una sonrisa coqueta.

El azabache rodo los ojos divertido y formó una sonrisa de lado. Se adentró a la cocina para pedir la orden del chico.

Regresó un tiempo después con bandeja en mano y la colocó frente al chico de ojos ambar. Marco realmente podía ser agradable cuando se lo proponía y esa semana que estuvo en el café se dedicó a entablar una relación más estrecha con el semiasiatico, aún era coqueto pero ya no lanzaba sus ridículas frases para conquistar haciendo a Hiro bajar la guardia.

El mesero continuaba viendo con recelo a Miguel charlando con Kubo, detestaba lo vacio que estaba el lugar dándoles oportunidad de charlar sin interrupciones. Solo eran ellos cuatro, más Kyle en la cocina y una planta rodadora del desierto. Rayos, ¿donde estan los personajes de relleno cuando se necesitan? Se preguntó Hiro. Los celos se volvían más grandes hasta que una voz lo sacó de sus pensamientos.

-Tierra llamando al mesero nalguitas.

-¿Eh?- el genio azabache dirigió su mirada de vuelta al moreno que esperaba recibir un puñetazo por el apodo.

Pero como siempre los antiguos dioses mexicanos se apiadaron de la pobre alma en pena y extendieron el tiempo de vida de Marco al hacer que Hiro no notara como le llamó el menor.

-Te decía que hoy luces muy bien Hiro, ¿te hiciste algo en tu cabello?-
El semiasiatico sólo rodó los ojos estaba por mandar al diablo a Marco y sus frases para ligar de niño de secundaria. Hasta que vio como el músico de chaqueta roja lo miraba atento después del coqueteo del otro mariachi.

Oh, eso es interesante pensó con una sonrisa maliciosa.
-Me alegra que lo notaras- le respondió con entusiasmo al chico de lunar bajo el labio, acto seguido tomó un mechón largo que no solía lograr acomodar fácilmente y lo colocó detrás de su oreja formando una sonrisa apenada.

Los papeles se estaban invirtiendo, ahora era Miguel quien veía atentamente la escena entre la otra pareja del lucky cat. Y el genio no iba desaprovechar eso.

-Oye Marco- el amante de las gomitas tomó la mano del moreno entre las suyas.

-¿sabes como caminan las tortugas?- el mexicano nego con la cabeza, mientras el genio lo miró de arriba a bajo formando una sonrisa picarona.

-¡Apacito!- soltó dándole un rápido y coqueto guiño.

A Miguel se le cayó la quijada de la impresión, Kubo no comprendió que pasaba se limitó a asentir cuando Hiro le dijo que iría arriba a terminar unos proyectos y le hablara si llegaba más comensales.

Y Marco estaba estático, mirando como el mesero subía por la escalera, sonará increíble pero no miraba sus bellas y redonditas nalgas. No, el prestaba atención a como el genio reía por lo bajo y se imaginaba la sonrisa que llevaba enmarcada con un ligero sonrojo como los que solían poseer sus mejillas.

El de ojos ambar llevo su palma a su pecho, podía sentir como latía sin control su corazón. Su rostro se sentía arder, de no ser por su piel morena se apreciaría un gran sonrojo. Y así Marco confirmó sus sospechas y peor temor.

Se había enamorando del chino enojón del café, se enamoró del mismo chico que su mejor amigo...

-Verga- susurró aún en shock por lo bajo mientras Miguel alternaba sus miradas de molestia entre Kubo y Marco.

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No se si necesite ser aclarado pero por si las dudas básicamente Hiro le dijo a Marco "papasito"

Jajaja y bueno yo amo ver el mundo arder.

Una disculpa por la tardanza y lamento si el capitulo no es tan gracioso como suelen ser pero es que ya hacia falta trama. xD

Un saludo a todos!! Los quiero mucho gracias por leer mis pendejadas xD 💕💕

Lors~*

Como enamorar a un mesero huraño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora