Hiciste Lo Correcto.

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Había pasado un tiempo, pero ahí estaba Marco ya frente al café listo para volver a las andadas.

Entró confiado y para su sorpresa Miguel también estaba ahí se dieron un saludo con la cabeza, pues las cosas eran extrañas entre ambos. El músico Rivera se encontraba en una mesa junto a la ventana por lo qué Marco decidió sentarse en la barra.
Y ahí estaba él, la causa de su incomoda situación con Miguel, el chico que ahora se apoderaba hasta de sus sueños.

Le dedicó una amplia sonrisa de esa qué dejaba ver su diastema y hacia sus mejillas sonrojarse levemente y Marco sintió su corazón dejar de latir por un segundo solo para continuar sus latidos en un ritmo semejante a la bateria de un grupo death metal.

-Los había extrañado un montón chicos. ¿Como les va?- preguntó el azabache.

-Yo también te extrañé Hiro, es bueno volver a verte.- le respondió Miguel con rapidez para acto seguido envolver al genio en un abrazo.

Marco le dedicó una mirada molesta antes de romper el abrazo entre ambos.

-Yo te extrañé más Hirito de mi corazón.- Dijo Marco tomando la mano del mesero y dejando un delicado beso en ella.

El semiasiatico estaba muy sonrojado.
-¿Que se les antoja?- preguntó ya más normal.

-Bueno, pues si aceptas, yo quisiera una cita contigo.- Habló Miguel confiado y con una sonrisa.

-No, espera yo quiero salir con él.- reclamó Marco bastante impresionado por la actitud de Miguel.

-No, sal conmigo Hiro, te vas a divertir.-

-No, conmigo sera mejor.-

-Yo lo vi primero.- reclamó Miguel

-Yo lo quiero en serio.- Continuaban su pelea infantil que fue haciendo todo más y más incomodo.

-Tú mamá se baña en tenis.- dijo el mariachi rojo.

-Chicos.-

-Tú mamá baila el himno nacional.- respondió igual de maduro el ojiambar.

-Chicos...-

-Tú mama va al oxxo por una recarga y pide bolsa.-

-Tu mamá perdió la casa jugando trazos.-

-CHICOS.- Gritó ya desesperado el azabache. Ambos músicos dejaron la pelea y lo miraron con algo de terror.

-No voy a salir con ninguno de ustedes.- Sentenció el semiasiatico.

-¿porqué no?- Dijeron al unísono, se notaba la decepción en ambos.

-Porqué los dos son un par de inmaduros y porqué durante estos días alguien más ya me invitó.-

-¿Qué, quién?- preguntaron los músicos.

-Hiro mi amor ¿te están molestando?- preguntó cierto chico de tez palida acercándose intimidante.

-No Kyle, solo son Marco y Miguel ya volvieron. -

-¿quienes bebé?- preguntó con genuina duda, mientras abrazaba por la espalda al genio.

-El par de tontos qué intentaban llamar mi atención, los que cantaron en el karaoke.-

-Ah ellos, ¿tú los invitaste a la boda?-

-Espera ¿boda?- Cuando Marco volteó ahora Hiro y Kyle estaban vestidos de traje frente a un altar con un padre.

-Sí alguien se opone a esta boda que hable ahora o que calle para siempre.-

-Santa cachucha ya dijo la frase.- Miguel tomó al contrario del hombro sacudiendolo fuertemente.

-Yo me opongo.- Gritó Marco llamando la atención de todos hacia él, descubriendo entonces que ahora se encontraba en ropa interior...

Marco se levantó de golpe, sudando y con la respiración irregular. No podía creer la ridícula pesadilla estilo niña Disney que acababa de tener.

Y es que llevaba ya toda la semana con esas tontas pesadillas. Podía tener sueños lindos a veces incluso soñaba estar en una relación con Hiro, caminando juntos y riendo pero en él momento qué Miguel entraba al sueño todo se iba al carajo. Y sí, siempre aparecía, porqué por muy enamorado que se encontrara, el moreno de ojos café era la personas qué más rondaba sus pensamientos Marco no soportaba haberlo herido y no después de su reacción.

-Miguel, ah mí me gusta Hiro.-

...

-Lo sab... Espera. ¿¡Que!?- Dijo el de ojos chocolate casi en un grito.

-Y-yo...-

-Marco, si es otra de tus bromas para. Eso no fue divertido. Tú sabes que realmente me gusta Hiro.-

-Lo sé Miguel, pero a mi también me gusta y bastante.- Terminó la frase y vio a su amigo a los ojos su mirada cargada de arrepentimiento contra la fría mirada de su amigo y hermano qué hizo a una traicionera lagrima rodar por la mejilla del ojiamabar.

Para Miguel fue demasiado, ahora no sabia que creer, y ver la lagrima de Marco le confirmó que eso no era mentira, necesitaba pensar, relajarse no quería terminar lastimando a todos por un arranque de ira, así qué se puso en marcha, alejándose lo más rápido posible de ahí.

-T-tengo qué pensar.- gritó son mirar a donde se encontraba su amigo.

-Yo estaré en mi apartamento todos los días a la hora que sea, no me moveré hasta que hablemos.- Alcanzó a responder el chico de azul, soltando un pesado suspiro al ver como Miguel se alejaba sin mirarlo.

Hiciste lo correcto Marco, no le podías mentir a tu mejor amigo se repitió de manera constante cada día por esa semana. Pero los viveres ya estaban acabandose y pronto tendría que salir a conseguir alimentos. Se resignó a que tal vez Miguel simplemente ya no iría, ya había pasado una semana completa, así qué se colocó su chamarra azul y tomó sus llaves dispuesto a hacer sus compras y tal vez ir a hablar con Kyle para relajarse un poco.

Abrió la puerta para salir del edificio y se quedó pasmado al ver frente a él a cierto Rivera que se notaba indeciso entre tocar el timbre de su apartamento o no, cuando Miguel dio un leve gruñido frustrado su vista se enfocó en la puerta y en el pasmado moreno detras de ella.

-Ma-ma-Marco ho-la.- tartamudeo el del lunar sobre el labio con deseo de volver a su cama a esconderse.
-¿podemos hablar?- preguntó un poco más seguro.

-Claro pasa.- respondió Marco de manera simple aunque por dentro todo él temblaba del miedo.

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Hola a todos!

La neta no tengo nada qué decir, andaba medio bloqueada pero logré terminar el capitulo.
Así que ojalá lo disfruten los adoro!

Lors~*

Como enamorar a un mesero huraño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora