Un Viernes De Locos.

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Hiro podía sentir como era deborado lentamente por ese par de orbes cafés y dorados, sentía una horrible presión gracias a aquello haciendo de sus movimientos más torpes.

Marco, Miguel y Leo compartían una mesa cerca del escenario, los músicos constantemente limpiaban con discreción la hemorragia nasal que les provocaba ver a Hiro, ¿estaba mal verlo como lo hacían? La respuesta simplemente era sí, pero no podían evitarlo al igual que el otro 99% de personas en el local, ese día todos en el lucky cat café cantaban y suspiraban por el par de meseros asiáticos que iban de gatitos.
Aunque Cass tampoco se salvaba de recibir algunos piropos con su traje de abejita.

Marco se levantó de su asiento y con calma se dirigió a la lista de canciones, anotó su nombre y la canción que iba a interpretar, por primera vez en toda su existencia musical el joven de ojos ambar sentía nervios de subir al escenario y dejar sus sentimientos al descubierto. Por suerte había algunas personas antes así que tenía tiempo para relajarse.

Antes de volver a la mesa junto a Miguel y Leo localizó a Hiro detrás de la barra haciéndose pendejo en lugar de atender al cliente que claramente lo llamaba, así que se dirigió hacia él.

-Chinito de mis amores, ¿Porqué no estás atendiendo?- Preguntó con curiosidad.

-Porqué entonces no tendría tiempo de responder a tu pregunta músico de mi corazón.- el tono de Hiro indicaba que claramente lo decía bromeando pero eso no evitó que un leve rubor se formara en las mejillas de Marco.

-Ya hablando en serio, ese sujeto que desesperadamente quiere la cuenta acarició mi trasero no una ni dos, ¡tres veces!, en lo que estuvo aquí así que si quiere que vaya con él por mi que se muera.- continuó el mesero semijapones, ah Marco le hirvio la sangre, las ganas de darle unas lecciones de respeto a ese asqueroso sujeto eran muchas. Pero luego recordó que el hizo lo mismo y se calmó, pero solo un poco.

El chico de azul pidió al mesero le entregara la cuenta de aquel tipejo y él mismo la llevó hasta la mesa con una mueca molesta y sus orbes ambar brillando en rabia. Asustado el hombre tomó el papel y lo llevó hasta Cass para pagar y retirase de forma sumisa del lugar.

-Gracias.- Dijo Hiro de forma sincera, y dispuesto a marcharse pero antes de poder darse vuelta una mano en su brazo lo detuvo.

-Voy a subir a cantar en unos minutos y yo...- Mientras buscaba la forma correcta de decirle que le dedicaba su canción comenzó a regañarse mentalmente porqué como es posible que Marco de la cruz estaba tan nervioso que nisiquiera podía decir: Ey eres lindo te dedico la canción que estoy por cantar.

-¿sí?- el azabache incitaba al moreno a continuar.

-Quiero que la mires bien y me digas que opinas al final ¿de acuerdo?- El mariachi se golpeó mentalmente, era una gallina.

-Claro, suerte en tú canción.-

-No la necesito primor, pero gracias.- le guiño el ojo coqueto y regresó a su lugar. Y ahí estaba el Marco que conoce pensó para sí el genio.

Volviendo a la mesa Miguel por fin tuvo la oportunidad de presentar a Leo con Kubo como era debido.
El asiático quería morirse como es posible que al moreno se le ocurriera llevar a su crush el día que iba vestido como puti-gato, o al menos así se sentía con todas las miradas lascivas que le dedicaban los clientes.

El chico del shamisen se encontraba notoriamente apenado y más al sentir la mirada de Leo sobre él. Antes de salir despavorido del lugar el moreno del chaleco le habló.

-Oye ¿no eres el chico del cuernito?

-¿disculpa?- preguntó el de piel clara bastante extrañado.

Como enamorar a un mesero huraño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora