Odio A Los Músicos.

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—Entonces ¿dices que aceptaste un matrimonio con una completa desconocida solo para venir a buscar plantas?— El inglés asintió algo avergonzado, era verdad qué ese fue su principal motivo para aceptar, pero se guardaría el pequeño secreto de lo bella que le pareció en la foto que le mostraron. 

—Vaya que eso es amar tu trabajo.— comentó la chica entre risas. 

—Espera, ¿pero si te hubieras casado solo por eso?—

—Claro que no, mi plan era ser un verdadero imbecil. Hasta que mi prometida cancelara la boda.— admitió con tranquilidad. 

—Pues vaya que no lo habías pensado bien ¿y entonces porque quieres ayudarme?— 

—Bueno, tengo dos mejores amigos crecimos juntos toda la vida. Cuando estabamos en la universidad conocimos a dos chicas que se volvieron parte de nuestro grupo, tanto así que un día resulta que cada uno de mis amigos comenzó a salir con una de las chicas y de alguna forma los cuatro comenzaron a excluirme, no entendía porqué. Pues después de nuestra graduación ambas parejas se casaron en fechas muy similares, yo fui padrino de ambos. Pero en mi cabeza no entraba la idea de que se casaran, no sentía que hicieran buenas parejas. Después de su viaje de luna de miel, los cuatro me invitaron a conocer sus nuevos hogares uno al lado del otro. Después de un muy incomodo silencio entre todos por fin me revelaron la verdad.

Mis dos mejores amigos, con los que me había criado desde pequeño eran pareja al igual que nuestras amigas. Entoces se habían casado y fingido una relación por tantos años solo para guardar las apariencias delante de todos.— El chico sonrió con algo de melancolía. 

—Wow, había escuchado de esa gente. Pero no creí, yo jamás. Vaya… debió ser difícil.— Admitió Akame algo impresionada. 

—Fue sorpresivo, pero por primera vez en años todo tomaba sentido ¿sabes? Se sentía bien, correcto. Que James y Trevor fueran pareja me parecía mucho más lógico a que Trevor y Maryanne estuvieran casados o que Rosemary y James se soportaran más de cinco minutos. Lo que realmente me dolió fue escuchar sus historias, el rechazo que todos les dieron y lo asustados que se sentían. El saber que debían excluirme con el miedo de que yo me diera cuenta y terminara por alejarlos o hacerles daño. Y vinieron a mí todas la veces que dije en voz alta el asco que me provocaba la gente como ellos… Me sentí como un idiota, yo conocía a esos cuatro de toda una vida ya, eran mis mejore amigos, no creo que existan mejores seres humanos en la tierra que ellos y juzgarlos así solo por no gustarles lo mismo que al resto me pareció la cosa más estupida y sin sentido de la vida así que me prometí a mi mismo que jamás volvería a juzgar a alguien por tonterías.— Alexander se escuchaba convencido y tenía la mirada llena de determinación. 

—Por eso quiero ayudarte, si tu estas en una situación similar a la de mis amigos o quizá sea algo distinto y yo puedo ayudarte, quiero hacerlo. Quiero que la gente deje de tener miedo.— Él inglés tomó las manos de su esposa y la miró con un brillo que logró sonrojar y descolocar a la china. 

—P-pues, yo no soy como tus amigos pero si me vendría bien tu ayuda.— Admitió la chica del cabello azabache apartando sus manos de las del chico con rapidez. 

Después de escuchar las razones de Akame para no contraer matrimonio y de escuchar como debió espantar a todos sus anteriores prometidos para lograr su objetivo ambos pusieron en marcha un plan infalible para lograr que Wen y Shun volvieran a estar juntos. 

Era sencillo, fingieron ser una pareja prometida como cualquier otra por unas semanas y al cabo de un mes celebrarian una fiesta de compromiso tan solo dos semanas antes de la verdadera fiesta de bodas. ¿Y que mejor para su fiesta de compromiso que contratar a uno de los mejores músicos del momento en china?

Como enamorar a un mesero huraño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora