Ruptura Familiar.

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Habían pasado una semanas desde el viernes de karaoke, y en el luckycat había un vacío inmenso, y no por falta se clientes, pues por el contrario después de su "boom" de redes sociales gracias a los disfraces de animales, muchas personas se peleaban por conseguir una mesa en el local.

Pero el par de mexicanos que solían amenizar las tardes de Hiro, desaparecieron de la faz de la tierra.

-Probablemente volvieron a México unos días por las vacaciones, ya vendrán.- Dijo Kubo apoyando su mano en el hombro de Hiro el cual se sobresalto.

-Y-yo no estaba pensando en eso.- reclamó con las mejillas completamente carmín. Kubo lo miró incrédulo alzando una ceja.

-Okay sí, estaba pensando en el par de idiotas. Pero, es que me sorprende que no nos hayan dicho nada. Solo salieron ese día y no han vuelto.-

-Solo relájate, estan bien te lo aseguro. Cuando menos lo pienses van a entrar por esa puerta diciendo alguna tontería.- En ese momento la campanilla del luckycat resonó y Hiro volteó con la lentitud y sigilo de una chica cuando le dicen voltea discretamente.

Pero se decepcionó al encontrarse con Leo, al cual saludo rápidamente con una sonrisa, codeo de manera juguetona a Kubo y se fue a hablar con Kyle a la cocina para darles privacidad al par de tortolos.

Kubo sonrió con sus mejillas sonrojadas e inclino levemente la cabeza a forma de saludo. San Juan se acercó y plantó un beso en su mejilla, se apartó tan colorado como el asiático aunque su tono le permitía disimular más. Le regaló una sencilla rosa la cual el chico tomó con dlicadeza.
El del parche se sentía como en un sueño, aún no eran nada oficial, pero cada minuto que habían pasado juntos se sentía irreal.

La vida de Kubo siempre fue peculiar desde su solitaria infancia. Pero después de toda su épica batalla y ahora viviendo con su abuelo, Kubo se sentía mejor ya no estaba tan solo pero aún así a pesar de continuar sus historias en el pueblo, parecía ser incapaz de hacer amigos y eso preocupaba al viejo rey luna.

Era imposible que a pesar de tener ya dieciséis años el chico del shamisen aún no hacía amigos, después de que una amiga del pueblo le hablara de su hijo qué se fue a estados unidos por una vida mejor y volvió de visita siendo un rebelde de lo peor, Raiden decidió que sería mejor eso a ver a su nieto completamente solo el resto de sus días.

Lo hizo empacar esa misma noche, irían a ese San Fransokyo y no volverían hasta que su nieto lo hiciera  tatarabuelo. A la mañana siguiente ya se encontraban los dos japoneses en esa nueva ciudad americana, tal vez el antiguo rey luna debió pensarlo más antes de irse a America sin aprender el idioma, pero ya se las arreglarian después. Y así fue como después de un año en San Fransokyo Kubo ya dominaba el idioma, terminó sus estudios en línea y para cuando cumplió dieciocho fue aceptado en la escuela de arte del lugar, su abuelo no podía estar más orgulloso y también molesto, pues a pesar de tener dos años en ese lugar su nieto continuaba siendo solitario.

Le sorprendía que siendo él hijo de Sariatu no se hubiera enamorado de la primera chica "tan humana" que haya visto. Tal vez no encontraba el amor porque le quitó su ojo, se regañaba mentalmente.

Lo que no esperaba es que un día volviera de su nueva escuela feliz narrando sobre un compañero increíble de nombre Miguel, que tenia la voz de un ángel y que ansiaba ser su amigo y conocerlo más. Era un buen paso, aunque la sonrisa en su rostro delataba que no le interesaba como un amigo. Raiden lo dejó ser sin interferir, aún así busco consejo en internet lo que lo llevo a ir a la biblioteca para ver algunas  conferencias sobre gente denominada homosexuales y se convenció qué no había nada malo en ello, el no iba a volver a ser la causa de una ruptura familiar.

Como enamorar a un mesero huraño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora