¿Enamorados?

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Marco se saltó la última clase de ese día, Kyle no le dijo cuando llegaría su familia pero el sabia que debía estar ahí para cuando lo hicieran.

Iba impecable como solo el solía vestir. Ajustados jeans grises, converse negros una camisa a cuadros con distintos tonos de azul y blanco y su fiel guitarra en la espalda.
Llegó a la casa de su amigo el chino y se acomodó mejor su ropa, claro que estaba nervioso, no quería quedar mal frente a los familiares de su amigo, pero tampoco quería ir demasiado arreglado y que pensaran que solo era otro músicucho que se preocupa demasiado por si mismo.

Llegó al portón de su casa, se escuchaba algo de ruido en su interior por lo que supuso Kyle estaría en plena limpieza. Volvió a buscar la llave de repuesto que el asiático solía esconder  muy pobremente en una maceta cercana a la puerta y se dispuso a pasar.
Abrió la puerta sin delicadeza alguna solo para encontrar al cocinero hincado a media sala frente a su familia y con la mirada al suelo.

—Ah, es él.— Declaró el padre de Kyle viendo a Marco congelado en la puerta.

—A-abuela y familia Takachiho, por favor permitanme presentarme. Mi nombre es Marco De la Cruz y vengo en nombre de todos los músicos, para mostrarles que no todos somos malos.— Kyle negaba repetidamente, no volvería a dejar llaves de repuesto en su casa. Mientras tanto el resto de la familia veían extrañados al moreno.

—Marco, no, no es necesa...

—¿Y por qué deberíamos escucharte?— Preguntó Akame con una ceja arqueada y claramente molesta.

—Amm... Porque...— El moreno se maldecia internamente, no tenia una respuesta concreta a la pregunta y la mirada de la  ancianita le recordaba las miles de veces que la abuela de Miguel le daba chanclazos por vago, aunque si había algo que podía hacer.

—Porque estamos enamorados.— respondió el moreno caminando hasta quedar junto a su amigo y tomar asiento a su lado.

—¿Enamorados?— Preguntó Sharon viendo a su hijo.

—¡No! No, familia de verdad que no es...

—¡Sí, muy enamorados! Y no queremos que su prejuicio nos quite la felicidad.— Todos tenían un rostro perplejo donde se veía claramente que no creyeron ni un poco en su palabra, por lo que Marco decidió pasar de las palabras a los hechos antes de que Kyle quisiera negar todo.

Tomó la mano del asiático y lo jaló hacía el, levantó su barbilla y dejó un muy rápido beso en los labios del azabache.
Los ojos de Kyle se abrieron aún más, estaba sorprendido ya no podía más sentía como su alma escapaba de su cuerpo en ese momento, el ambiente del cuarto se tornó pesado.

—Y pensar que Fa llevaba dos horas hablando de que ustedes solo eran amigos y jurandonos que a ti te gustaba ese chico Hiro.— Comentó la mayor con una sonrisa de burla en su rostro.

—Oh... ¡Kyle! ¿Porqué no me dijiste que  ya les habías aclarado las cosas? Quedé como un tonto.—Aseguró el moreno haciendo un puchero.

—¡Pues si alguien en esta casa me dejara terminar al menos una frase, lo sabrían!— Reclamó el asiático volviendo a la vida.

—Fa, no le grites a tu amiguito.— Regaño Huang a su hijo, como si aún fuera un niño. Y Kyle ya sentía como deseaba arrancarse el cabello uno a uno antes de seguir en ese lugar.
Y por primera vez en lo que se había mudado a ese apartamento rompió su promesa de no fumar dentro de casa.
Cambió de estar hincado a sentarse por completo y sacar el paquete de cigarros que había en su bolsillo.

Puso uno de ellos en sus labios y lo encendió. Dio una calada y soltó el humo lentamente sintiendo como todo su ser se relajaba al contacto con la nicotina.
—Bien, ahora que todo será civilizado. Nana, mamá y papá, No, Marco y yo no somos pareja, el solo es un idiota impulsivo que está aquí sin invitación, por que no tiene la mínima capacidad de prestar atención a lo que se le indica.

Como enamorar a un mesero huraño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora