Capítulo 14. amargos recuerdos

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6 meses antes de conocer a Eren.

Ya habían pasado varios meses desde que maté a mi padre, me encontraba viviendo solo en la casa y solo me dedicaba a limpiarla, a subsistir y a matar a personas inocentes. A veces era algo monótono pero leía uno que otro libro y se me pasaba.

Hasta este punto casi no conocía a nadie aparte de la cuarto ojos y algunos enemigos que me había ganado con el tiempo.
Pero conocí a varias personas, algunas ciertamente falsas e interesadas pero otras en verdad me ofrecieron su amistad. Una en particular me hizo sentir algo raro dentro de mí, algo que jamás había sentido, un sentimiento nuevo por conocer... de repente sentía algo raro en mi estómago, como un presentimiento y allí fue cuando empecé a creer en los estúpidos cuentos de hadas, talves no todo lo que contaban era mentira... talves se podría describir como amor... o talves, solo era que tenía hambre...

Me encontraba haciendo unas compras en el supermercado, recuerdo bien que la ví justo en el estacionamiento. Era invierno y las temperaturas eran espantosas, nadie quiera salir a enfrentar ese frío, pero yo, como rebelde que soy, me vino valiendo verga y decidí ir a comprar comida y un paquete de cigarros, porque no.
Caminaba con las compras en una mano y con el cigarro en la boca, inhalaba el humo de vez en cuando y luego dejaba salir el humo combinado con el que se formaba debido al frío. Caminé aparentemente aburrido por la acera y una chica se me cruzó provocando que mis compras se cayeran.

- oye, mocosa. Fijate - reclamé viendo tan solo su pelo azabache y una larga bufanda roja que adornaba su cuello y acobijaba del frío

Me arrodillé para recogerlas y maldije al ver los huevos hechos mierda, segundos después la chica se arrodilló a ayudarme y me extendió unas cuantas bolsas.

- Disculpa. No me fijé - se excusó mirándome con esos ojos color oliva y arrugando levemente el entrecejo al verme, pero ¿Por qué?...

- típico de los mocosos - dije volteando los ojos y marchandome a casa

- oye, yo no soy ninguna mocosa - reclamó siguiéndome

- claro, claro - dije restándole importancia

- además - dijo ignorandome - en todo caso tú también eres un mocoso ¿Cuántos años tienes? Estás muy enano ¿Tomás leche?

- ¿Q-que dijiste? - dije severamente molesto y volteando a verla frunciendo el ceño

- n-na-na-nada - titubeó evitando mi mirada

- mi nombre es Mikasa - dijo después de un rato de silencio

- Levi, solo eso, Levi.

- ¿como que solo eso?

- solo eso y ya...

-...raro

- tonta

- idiota

- bicha

- enano

- poste con pelo

- ¡¿Me estás diciendo peluda?!

- ¡¿Me estás diciendo enano?!

Nos quedamos viendo con una mirada amenazante y estallamos a carcajadas sin poder evitarlo, seguimos caminando un par de minutos y ella quiso acompañarme a mi casa como "tregua" por lo que me hizo, pero en mi opinión hubiera estado mejor que me pagará el dinero por los huevos que rompió pero ya qué.
Caminamos en silencio pero era algo realmente cómodo, me sentía en confianza al estar con ella y no se el porqué. Me gustan en verdad sus ojos, son sencillos pero tiene un brillo especial, me dan ganas de sacarselos y guardarlos para siempre para poder apreciarlos por el resto de mi vida, pero no valdría la pena matarla por eso, así que mejor la conservaré a ella.

Los psicópatas también se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora