Capítulo 15. más amargos recuerdos

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5 meses antes de conocer a Levi

Era una noche fría, el invierno comenzaba a hacerse presente y se aseguraba que todos supieran que este año llegaría con todas sus fuerzas, desde la madrugada de este día comenzó a nevar y hasta ahora, que ya oscureció y son aproximadamente las diez de la noche no a dejado de hacerlo, el frío me perturba y hace que no quiera salir de casa nunca, aunque lo prefiero antes que el calor así que no puede ser tan malo. Puedo usar ropa cómoda y abrigadora, uso grandes suéteres que me encantan y que ni loco utilizaría en pleno verano, tambien utilizó bastante mis botas y nunca faltan mis calcetines peluditos para estas épocas, ahora suelo utilizar bastante la bufanda que le regalé a Mikasa hace años atrás y que ahora había vuelto a mis manos, algo sucia y maltratada pelo la lave y costuré y quedó como nueva, un gorrito tampoco está de más así que también adoro usarlos para estas fechas.
A pesar de este horrible frío tengo que trabajar ya que con estas fechas a todo mundo se le antoja un poco de café o chocolate caliente, además, según el jefe el frío no es algo que nos impida trabajar así que aquí voy, saliendo del trabajo con unos jeans, mi gran suéter negro, la roja bufanda cubriendo todo mi cuello y parte de la cara y mis botas cafés, no era broma cuando les dije que utilizaba todo eso, era enserio.

Fui de compras al supermercado ya que mi nevera estaba totalmente vacía y me daba tristeza solo verla, tomé una carretilla y me dirigí inmediatamente a la zona de dulces, me encantaaaaan los dulces y si me conoces es seguro que lo sabes, tomé quince bolsas de chocolate en polvo y trece chocolates, tomé grandes cantidades de dulces como; gomitas, malvaviscos, dulces, paletas, minichocolates, crema de maní, jalea, miel, entre muchos otros...
Luego me dirigí a las otras zonas y comencé a llenar la careta poco a poco hasta que me aseguré de tener lo necesario para sobrevivir a este invierno. Me dirigí a la caja y pagué como era debido. Salí a paso lento del supermercado sin poder cargar todo lo que llevaba y me comenzaban a doler las manos, por suerte mi casa quedaba a pocos pasos del super, no soy tan idiota como creen, buenooooo...no tanto ¿ok?

Abrí torpemente la puerta y liberé todas las bolsas en la cocina ya aliviado y notando todas las marcas que habían quedado en mi mano, comencé a vaciar las bolsas y a colocarlas en donde debían.
Terminé y me preparé la cena para después ver la televisión y prepararme para dormir. Había sido otro día aburrido a excepción de que había comprado mis golosinas favoritas y una loca sonrisa se me formaba al verlas apiladas en la cocina.
Era una de las pocas cosas que me lograban poner felices pero el resto del día me dedicaba a trabajar y mostrar obligadamente sonrisas falsas a mis compañeros y demás ya que no quería preocuparlos aunque en realidad no me sentía del todo bien, me sigo odiando a mi mismo y en verdad quisiera acabar con mi vida pero soy un maldito cobarde y no puedo hacerlo, en mis muñecas aún se notan pequeñas cicatrices de unas recientes cortadas pero nada grave.

Me coloqué la pijama de gatitos me me obsequió el infantil de Armin. Me cepille los dientes y me acosté en la cama cerrando los ojos y quedando dormido casi de inmediato...

- Eren.... - escuché un eco pero no sabía de quién se trataba

- Eren.... - volví a escuchar

- ¿Hola?....¿Quién eres? - pregunté acercándome a una pequeña habitación. Abrí la puerta y está rechinó, logré ver en la oscuridad una sombra, solo logré ver qué portaba un vestido largo que se movía por el viento al igual que su cabello castaño que distinguí  gracias a la luz de la luna que entraba por la ventana.

- Eren... - susurró aún de espaldas mía

- ¿Q-quien e-eres? - tartamudie con nerviosismo sintiendo un escalofrío por toda mi espalda y comencé a sudar frío

Los psicópatas también se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora