➻ diecinueve

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—¿Te lo has pasado bien esta noche? —le preguntó Luna para cambiar de tema.

—Yo sí. Y creo que el resto de los invitados también. Pero nadie llegó a ponerse un sujetador de vikinga en la cabeza así que probablemente no nos divertimos tanto como tú anoche. A lo mejor, si quieres cambiar de carrera, sí que podrías dedicarte a eso.

—¿A ser una bailarina vikinga?

—Sí.

—Creo que no. Además, ¿Quién dice que tengo que cambiar de profesión? ¡No has probado mi tarta y ya la estás condenando!

—¿Yo? No cuestionaba tu habilidad con las tartas, sólo estaba explorando tus opciones —le dijo con tono lascivo.

Luna rió y sacudió la cabeza.

—¡Estás más borracho de lo que pensaba!

—Bueno, no podría conducir, pero sí que puedo ponerme de puntillas sobre una pierna y tocarme la nariz con el dedo, ¿Lo quieres ver?

—No, no hace falta, te tomaré la palabra.

—Me alegro, porque era una mentira. Si lo hiciera acabaría como tú en la cocina.

—Vale, déjalo ya. Dame un respiro...

—Muy bien, me portaré bien. Hablemos de otra cosa.

—De acuerdo.

—Entonces, ¿Qué harías si te cansaras de hacer tartas?

—Hacer pasteles.

—¿Y por qué no rosquillas? Las rosquillas me encantan. Northbridge no tiene un sitio donde las hagan bien.

—Vaya, ahora no sólo tengo que cambiar de profesión, ¿También me mudo a Northbridge?

—Es un sitio muy agradable —dijo intentando tentarla—. Yo tengo claro que nunca volveré a irme de aquí.

Luna aún tenía curiosidad por saber qué era lo que había pasado con Matteo fuera de esa ciudad.

—Entonces, no siempre has vivido aquí...

—No, no siempre —admitió frunciendo el ceño—. Pero me lo estoy pasando demasiado bien para hablar ahora de eso. Digamos simplemente que aprendí mi lección y decidí desde entonces que lo que tenía que hacer era encontrar una buena mujer en Northbridge que sólo quiera quedarse aquí, tener mis hijos y hacerme rosquillas.

Sin saber por qué, la desanimó oír que soñaba con una mujer de ese pueblo, pero su comentario final la hizo reír de nuevo.

—Estás obsesionado con las rosquillas, ¿Eh?

—No sabes cuánto —confesó mientras la estudiaba con detenimiento—. ¿Y tú, señorita Luna? ¿Algún plan de boda en el futuro cercano?

—Yo no he bebido esta noche tanto como tú, pero me lo estoy pasando demasiado bien como para hablar de eso.

—Vaya... —pensó él cavilando—. Así que no bromeabas anoche cuando dijiste que no querías tener hijos...

—No. Sí. Eso era sólo una broma. Me gustan los niños. Y creo que quizás algún día... Algún día me gustaría tener un par de ellos.

—¿Aunque salgan tan traviesos como eras tú?

—Eso es.

—¿Y sin marido? —preguntó él escandalizado.

—No, también quiero un marido, pero supongo que no tengo las cosas tan claras como las tienes tú, eso es todo.

Él asintió con la cabeza, como si ella acabase de decir algo muy profundo.

Regalo De Bodas › Lutteo {Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora