Capitulo 17

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Jessica Stevens perdió a sus padres a los ocho años, siendo un golpe muy duro para una niña de su edad y a la que sus padres siempre le brindaron el perfecto amor de una familia. Al no tener más parientes en Los Ángeles, un juez otorgo su custodia a su tía Norah Kelly que vivía en el distrito de Staten Island en New York. Ella la llevo a vivir a su casa dejando atrás su hogar, su felicidad, sus recuerdos y las tumbas de sus padres. Pese a su perdida y tristeza, Jessica era una niña fuerte criada en un hogar con valores lleno de amor y alegría, pero cuando llego a la casa de los Kelly todo eso cambio. Su tía, una amargada y frustrada mujer que trabajaba de mesera en una cafetería de la parada de camiones era muy distinta a su maravilloso, amoroso y educado padre, dudando de si en verdad fueron hermanos. Por otro lado, el esposo de Norah era alguien grotesco, irrespetuoso y violento. Tim no tenía la mirada de un padre amoroso, todo lo contrario, era un ser repulsivo y déspota que muchas veces golpeo a la pequeña Jessica por las más mínimas tonterías. Sus primos Andrea y Cole Kelly eran los engendros de su tía y de Tim, competían por saber quién era más siniestro y aunque Andrea era un año mayor que su hermano él le ganaba en lo cruel.

-¡Oye ratoncito! ¿Dónde está mi dinero? –él la tomo fuertemente del brazo lastimándola.

-No sé de qué hablas Cole, no me digas así. ¡Suéltame!

-¡Tú tomaste mi dinero Ratoncito!

-¡Eso no es cierto! Yo no tome nada. Me haces daño.

-¡¿Qué diablos pasa aquí?!

-Mamá, Jessica tomo el dinero que me dio papá para ir a la feria. –Norah voltea a ver a Jessica con furia y le propina una bofetada haciéndola caer fuertemente al suelo. En ese entonces Jessica solo tenía diez años, ya eran dos años en ese infierno donde fue a parar.

-¡HABLA MALDITA MOCOSA! ¿DONDE ESTA EL DINERO?

-Yo... yo... no lo tengo. No tome nada. –Jessica contiene sus lágrimas tratando de serenarse, ya estaba acostumbrándose a los golpes, pero tantos maltratos la dejaban sin fuerzas y sin ganas de luchar.

-Tu limpiaste mi habitación ¡Tú lo tienes!

-No fue ella. Yo lo tome porque necesitaba crédito para mi teléfono. –Andrea aparece en la puerta de la habitación de Cole y mira con burla y desdén a la pequeña Jessica que yace en el piso.

-¡Eres una perra Andrea! ¡Devuélveme mi...!

-¡Cállate Imbécil! Aquí lo tienes y con un extra.

-¿Andrea de donde sacaste ese dinero?

-¡Yo tengo un buen trabajo mamá! No tengo un insignificante trabajo como el tuyo. –Norah sale de la habitación rabiando sin prestarle atención a Jessica.

-Yo sé de donde lo sacaste hermanita. Eres una puta, lo haces por dinero.

-Ese no es tu problema tarado. Cállate y escúchame que necesito un favor tuyo. Quiero que me consigas una de esas drogas que hacen... –Andrea observa que Jessica aún está en la habitación, la toma del brazo lanzándola al pasillo.

-¡Vete! Esta conversación no es apta para niños. –le cierra la puerta en la cara y ella se aleja poco a poco, pero antes la puerta vuelve abrirse y Cole sale.

-Luego te las veraz conmigo ratoncito. Te buscare en esa cueva y te cazare. –vuelve a cerrar de golpe la puerta y ella se aleja rápidamente.

Jessica se encierra en su habitación que era nada más y nada menos que el oscuro sótano de esa casa, el cual ella lo había hecho su refugio para alejarse de esa asquerosa familia. Cole la había amenazado, pero solo eran palabras para hacerla temblar de miedo y aunque muchas veces le hizo distintas crueldades nunca había bajado al sótano. Él era seis años mayor que ella y mucho más fuerte, siempre debía tener cuidado de él. Por otro lado Andrea nunca la maltrató físicamente, pero si psicológicamente burlándose de ella, diciéndole que no valía nada y que nadie la quería, que estaba sola en el mundo y que debió haberse ido con sus padres muertos. Jessica no había tenido unos años fáciles, solo dolor, sufrimiento y pérdida, pero había comprendido una cosa muy bien a su corta edad. Ella dormía bajo el mismo techo que sus enemigos y aquel día su destino fue firmado y sellado por el juez que no tenía idea a donde la había enviado.

Irresistiblemente SeducidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora