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Capitulo: Entrometido. 

Se había negado rotundamente, no iba a ir a la casa de la Uchiha, fue lo bastante claro, hasta se salio de sus cabales para que fuese definitivo, NO es "NO", pero se vio a sí mismo golpeando la puerta de aquella condenada casa, como un idiota, tanto Boruto y Kawaki alimentaron lo suficiente a su imaginación, la intriga y la curiosidad no se la hicieron fácil, y allí estaba ¿cómo seria el sujeto que logro lo que Boruto no había podido? ¿existe? escucho la voz de Sarada desde el interior, estaba maldiciendo porque la había interrumpido en lo que sea que estaba haciendo. 

—Ya voy, un momento.

Trago saliva, le estaba empezando a doler la cabeza ¿qué le iba a decir? ¿cómo empezaría la conversación? ¡cómo si fuera tan fácil! temprano ella se molesto con él, no tenia ni idea de porque, trataría de remediar ese malentendido, si, por allí comenzaría. 

La puerta se abrió, Sarada se quedó congelada, no tenia pronosticado para nada que esté fuera a verla, y Mitsuki vio aquellos detalles que temprano le había parecido extraños, según los chicos habían mejorado bastante su apariencia, sus pestañas se veían más gruesas y largas, con mejor definición, sus ojos se veían enormes como un animal de acecho y sus labios se veían... pues eso si le había gustado bastante, le gustaba como lucían esos labios, y bastantes para ser honesto, se relamió algo hambriento. —¿Me dejas pasar?

Interrumpió los microsegundos que estuvieron estáticos viéndose en la puerta, ella se aparto de inmediato. Esté entro con gracilidad se quitó el calzado y se paro en medio de la sala, dejo la bolsa de papel que traía y dejo unas ramas con botones encima de la mesa, la Uchiha vio los objetos. 

—¿Qué viniste a traer?— vio la bolsa eran aperitivos dulces para el té, dibujo una sonrisa, cosa que fue muy notoria para el albino. Siempre traía algún dulce para el té, la hacia sentir mimada, vio las ramas, se veía que las había cortado con cuidado pero no sabia que eran. 

—Son tallos que florecen— supuso que era la inquietud que tenia —no hay en esta aldea, pensé que te gustarían— sabia que a Sarada no le gustaban las flores, detestaba que murieran por ser cortadas. 

No dijo gracias, puso la tetera en la estufa —estaba haciendo el almuerzo— miró alrededor, solo estaba cocinando algo para ella, busco en el refrigerador, sacó los ingredientes para aumentar las porciones. 

El chico observo la ropa que llevaba, usualmente no vestía así, también tenia unas pulseras en la muñecas, también tenia el cabello recogido, se veía más femenina, por eso todo mundo hizo tanto escándalo de su apariencia. —Leí que si los dejas enterradas en una papa, dentro de una maceta o en el jardín florecerán y no se marchitarán— ella asintió —escucha, yo no quise molestarte en la mañana.

—¿Te diste cuenta de lo que hiciste? o solo crees que pudiste decir algo inapropiado— su tono salió con un dejé de exasperación e irritación y como no, se lo tomo muy personal y fuera de eso, constantemente estaba explicándole que debía ser más delicado con las palabras cuando hablaba con una chica, aprendía muy lento pero avanzaba y casualmente siempre estaba metiendo la pata con ella, especialmente con ella. 

—No lo se, pero te enfadaste— ella le aplaudió, Mitsuki frunció el ceño, ella hizo lo mismo torciendo lo labios y enfrentando sus ojos con los de él. —¡Mierda Sarada lo estoy intentando!

—¡Tienes que intentarlo más!— el grito de Sarada hizo que se enfocará, ciertamente el maquillaje en el rostro de la chica hacia que se distrajera. Aparto la vista. 

—Lo haré, lo haré, siempre me regañas por lo mismo— Sarada apago la estufa y fue a donde estaba el albino. Este la miró fijamente —hablaba en serio, solo quería saber que te habías hecho— ella le escuchaba pero estaba al borde de tomarlo y golpearlo justo en la cara por desconsiderado —preguntaba porque, en realidad todos piensan así, como te lo digo sin que enfades... aún más.

Primer amor: AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora