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Capitulo: Broma pesada.

Se abrazo del futon, rodando en en la suavidad de la tela nueva, su espalda le hormigueaba un poco, y le había quedado las piernas de gelatina, se sonrojo nuevamente de recordar fugazmente lo que estuvo haciendo solo hace unas horas, escucho el ruido del platillo sobre la mesa, se incorporo y fue  a sentarse a comer. 

—Entonces todavía quieres tener esa cita. 

Ella sonrió —tengo los ánimos, de eso y mucho más— le apetecía ir a comer dulces de arroz y té, además debía pasar por casa a dejar su bolso. Chou chou le había texteado que su padre había ido por ella a su casa y le habían dado una buena excusa.

Estaban a punto de salir, en la entrada poniéndose los zapatos para irse, Mitsuki giro el pomo y puso la mano al frente, detuvo el avance de los chicos que venían entrando, llenos de polvo, raspaduras y mugre, los tres miraron arriba para encontrarse el malhumor de su maestro. 

—¡Sensei!— gritaron los tres. 

Mitsuki tomo de las axilas a Kiyori para entrarla a la casa —la llevas al baño de arriba— se la dio a Sarada quien vio el aspecto de la niña de lentes oscuros. 

—Claro. Te prestaré uno de mis vestidos Kiyori. 

—Ustedes vienen conmigo— arrastro a los chicos a un costado de la casa, en una esquina donde había una manguera —contra la pared. 

—Ah no, yo me iré a mi casa— el chorro de agua le llego de lleno en la espalda, el chico se volteo y fue a la pared dando pisotones, ya estaba empapado, con mucho orgullo extendió sus brazos.

Ryoka lo imito, el agua dejo de fluir cuando no vio más barro sobre ellos, dejo la manguera a un costado, y les ayudo a estrujar las poleras y polerones de los dos —les voy a traer ropa... —Takato le dio con todo el chorro a la cabeza al albino, hasta que estuvo completamente mojado, una risa se escucho del segundo piso, Sarada se había asomado por una ventana para ver lo que hacían. 

—Te pasa por ser muy rudo con ellos, tienen derecho a una venganza. 

Fue ella misma por algo para cubrir a los chicos antes que se enfermaran, y desde la habitación se escuchaba el barullo de abajo, los gritos asustados de los niños y unos rugidos, luego risas, más gritos y más risas, bajo con con unas camisetas, más pantalones, y se encontró a los tres estilando agua por todos lados. 

—Esperen a que sus ropas se sequen, hay comida en la cocina— les indico Mitsuki —no quemen la casa. 

—¡Si!— gritaron los dos cuando corrieron a la entrada de la casa.

—Vamos— el albino hizo una mueca, y extendió los brazos a un costado mostrando le lo empapado que estaba. —¡Oh no señor! te lo mereces, porque los manguereaste, tienes cuatro baños en casa. Tú te lo buscaste, sopórtalo. 

Enmarco una ceja, se quito la camiseta negra para escurrir el agua, el cabello, caminando dando largas zancadas, sacando le varios metros de distancia, Sarada corrió detrás de él para seguirlo, en poco tiempo estuvieron en la zonas pobladas de la aldea, pasando primero por la casa de Sarada, la Uchiha entro para dejar su bolso y ver signos de vida en ella, no parecía haber nadie, las luces estaban apagadas, estaba escribiendo una nota. 

Mitsuki estaba de pie afuera, aun estaba goteando, cuando volteo, la pelirosa que venia con bolsas de compras dio un respingo, y luego le sonrió —Vaya, Hola ¿por qué no pasas? 

Le respondió imitando su amabilidad, primero con reverencia ligera —estoy empapado, solo espero a Sarada. 

—¿No estaba contigo?— ella lo empujo a la entrada —ven, debe haber algo de ropa de Sasuke que puedas ocupar. 

Primer amor: AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora