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Capitulo: Avances sentimentales.

Sarada estaba mirando por su ventana, mirando como la luz se perdía en el horizonte de la frontera de la aldea, la tarde ya había caído, había regresado después del medio día de una misión con su equipo, estaba muy orgullosa de sus niños, pero era otro asunto el que la tenia en las nubes. Dejó escapar un largo suspiro, llevaba meses de novia con Mitsuki, pero no encontraba que había hecho ningún avance significativo con él,  acuno su cabeza en la palma de su mano, volvió a suspirar, todo iba bien, perfectamente, salvo que no tenia idea si su novio sentía algo por ella. 

Quería hablar seriamente con él, pero como, y si le preguntaba a su madre, ella seguro tenia más experiencia. 

—¿Qué voy a hacer?— dijo en un hilo de voz lamentable, sin percatarse del entorno. 

—¿Con qué?— su voz masculina la hizo abrir los ojos y poner atención al cuerpo que estaba apoyado en la pared junto a su ventana.

Le pudo generar un infarto, pero con tantas veces, ya no tenia corazón —contigo— admitió sin escrúpulos. —No se que hacer contigo. 

—¿Te molesto de alguna forma?— ella negó —¿te aburro?— volvió a negar, sin más palabras —¿soy un pésimo novio? ¿es eso?— él repasaba sus acciones con cuidado, algún error, alguna acciones fuera de margen. 

Rompió la distancio poniendo sus brazos en el marco de la ventana obligado a Sarada a verlo a los ojos —me explico, no quiero que creas que has hecho algo mal. Quiero saber si tu corazón me pertenece—. Esos ojos ámbar titubearon, ya no estaba tan seguro de estar encarando la, lo habían desarmado con simple cuestionamiento. 

—¿Qué es lo que siento?— se pregunto así mismo. 

—No voy a dudar que sientes una gran atracción, que es mutua, y te correspondo, pero quiero el paquete completo "Mitski" seré... ¿soy demasiado codiciosa?— volvió a suspirar —sabia que esto seria así desde el principio— más ahora lo estaba lamentando. 

—Lo eres pero ¿quién te dijo que esta mal? te dije que podías hacer lo que quisieses desde un principio— iba a recibir un pero —supongo que fue demasiado vaga esa respuesta, no te di vía libre solo porque me atraes, definitivamente me gustas pero no se en que medida. 

Las mejillas de Sarada explotaron, esas palabras sin un milímetro de vergüenza le atrofiaron el cerebro al instante. Su ritmo se acrecentó, entonces sintió el abrazo confortante de su novio, escondiendo su cara en su pecho, Sarada se avergonzaba mucho cuando se sonrojaba, por lo que solía taparse con las manos, y últimamente Mitsuki la abrazaba, así ella podía ocultarse, sin taparse así misma, levanto las manos para corresponder y afianzar el abrazo, cuando volvieron sus colores habituales, le dio unos golpecitos con los dedos en la espalda, entonces se alejo ligeramente, ella lo miro directamente a los ojos y retrocedió para que entrará por la ventana. 

—¿Hoy no te están siguiendo? me sorprende la tolerancia que tienes con ellos. 

—Cuando lo hacen se esfuerzan en pasar desapercibidos, es como un entrenamiento—. Sarada se rió, como si eso fuera posible, el más minino sonido, o olor, podía detectarlos de cualquier forma si lograsen ocultar el chakra de él —Ryoka es el más problemático. 

—Cierto, sabe como ser imperceptible hasta para ti, si tan solo pudiese enseñárselo al resto del equipo—. Habían ido a la sala, la casa estaba en orden, y no tenían compañía alguna, Sarada comenzó ponerse nerviosa, cuando lo vio confirmando que no hubiera nadie en casa —Mitsuki... ¿perdiste algo? 

Este sonrió, se dejo caer en el sillón —tú ¿qué crees?

Ella se sonrojo y se sentó en sus piernas, tenían  tan pocos momentos de privacidad que más valía aprovecharlos, su madre volvería en un par de horas, hasta entonces podían estar solos. Lo rodeo con su brazos por el cuello, acariciando su pelo, le gustaban esos mechones de cabello rizados y rebeldes, que caían en esa coleta baja alborotada, un ligero empuje y quedo aún más cerca. Algo que nunca se hubiese pensado ni en un millón de eones es lo apasionado que podía ser Mitsuki, era una verdadera muñeca rusa, cada capa que descubría, una faceta nueva, hallaba algo más sorprendente de él cada vez.

Primer amor: AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora