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Capitulo: Trabajo. 

Por fin pudieron irse a dormir, Boruto se quedó como un tronco, Sarada lo tapó y fue a su futon, les dieron una habitación para los dos, se recostó a pensar en toda la información que recolecto gracias a las mujeres con las que estuvo todo el día, estaba por cerrar los ojos cuando vio a Mitsuki bajar del entretecho. 

—¿Qué haces?— no quería verlo, estaban en una misión debía concentrarse en ello no estar pensar en lo atractivo que era, o estar celosa cuando este estaba junto a otra chica. 

—¿Cómo te fue? ¿Boruto se quedo dormido?— puso lo pies con cuidado y se agazapo para ver a su amigo y luego se sentó junto a Sarada, saco unas bolsa de papel que dejo al lado de Boruto, una de ellas era para Sarada. 

—Fue un largo día, pero todas las mujeres aquí son buenas con los dos— tenia interés en lo que hacia con las manos. 

—A mi me miran raro— sonó a queja, le acerco un trozo de chocolate, Sarada le aparto la mano. 

No iba a caer esta vez, y menos si no sabia porque estaba haciendo aquella acción de nuevo. —Es porque eres guapo, no te miran raro, te desean... —vio que tenia cara de no entender —olvídalo, gracias por los chocolates— se los quitó, los guardaría para comer al día siguiente. 

—De que estabas hablando— ella negó no le iba a decir, no era algo que iba a entender solo por escuchar una explicación, si fuera un chico normal no estaría haciendo estas preguntas —si no me dices  le preguntaré a alguien más. 

Se quedaron en silencio, claramente incomodo para Sarada pero Mitsuki hacia caso omiso a su incomodidad, se acerco aun más a ella, estaba observándola mucho —Mitsuki mi espacio... — ella conseguía sin luz ver gracias a su sharingan, pero no sabia como hacia el albino, tal vez no podía y por eso acercaba tanto a su rostro.

—Te pusieron algo encima— cogió un mechón de cabello y volvió a su lugar, la chica seguía de los nervios a pesar que ya no estaba tan cerca de ella, pero tenia su cabello  —es dulce— tenia su cabello cerca de su nariz. podía percibir el aroma más intenso que antes, mezclado con la miel, y flores.

—A ti no te gustan los dulces— estaba balbuceando cualquier cosa esto la terminaría matando —no tienes que ir a dormir ¿dónde estarás durmiendo?— apretó sus puños en su edredón, otra vez estaba cercándose a ella, sin soltar aquel mechón —no te enseñe nada sobre el espacio personal, hay un limite que puedo soportar para tu osadía Mitsuki, compórtate quieres. 

—¿Te molesto?— no estaba retrocediendo. 

—Ya cruzaste el limite— dijo ella frunciendo el ceño.

—Sino me has golpeado aún, me estas consintiendo— Se giró y paso un brazo por encima del hombro contrario de ella botándola de espalda al futon y acorralándola con sus brazos, casi a horcajadas encima de ella —quédate quieta. 

Sarada levanto la mano y se lo quitó de encima tomándolo del pelo, abrió grande los ojos y desprendía una aire asesino —¿qué son estos modales? ¿qué no te he enseñado nada? "quédate quieta" ¿qué clase de depravaciones tienes en mente?— no alzaba la voz pero se veía lo suficientemente siniestra como para infundirle miedo a su compañero.  

—Lo siento— se sentó sobre sus rodillas a escuchar el sermón que le estaba soltando Sarada sobre su comportamiento indecoroso, y vulgar, el como tratar adecuadamente a una chica, y los limites físicos que no podía cruzar por muy a gusto que estuviera, o mucha confianza que tuviera hacia esa persona. Era simple la razón de sus acciones, estaba dominado por una fuerza interna, ese olor le cegaba el juicio, pero no podía ponerlo en palabras ¿cómo podía explicarle? su química estaba reaccionando positivamente a la de Sarada, pero como podía decirle eso, se mordió la lengua y asintió sin importarle lo que le estaba diciendo, solo quería seguir estando lo más cerca posible a la fuente de esa exquisita fragancia.                                                                                Lo despacho a dormir, pero ninguno de los dos pego un ojo en toda la noche. 

Primer amor: AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora