Capítulo 13

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Me cubro más con las mantas, y sonrío al sentir que Peeta desliza su brazo por mi cintura y se acerca más a mí.

Quisiera quedarme el resto de la mañana en la cama, pero dejé trabajo pendiente y tengo que terminarlo.

Abro los ojos, y me trato de incorporar en la cama. Pero Peeta no me deja hacerlo.

-Tengo que levantarme -susurro, mientras le acaricio la mano.

-No -responde con firmeza, y aprieta un poco su agarre.

-Tengo trabajo -le explico-. Y es importante que lo termine.

-No importa, eso puedes hacerlo después.

Me remuevo, intentando zafarme de sus brazos. Sin éxito.

-Peeta...

-No -sus labios me besan el hombro desnudo-. ¿Enserio quieres empezar el día trabajando?

-No, pero es importante que lo termine -le acaricio el brazo-. No tardaré mucho. Lo prometo.

Escucho que suspira.

-De acuerdo -me suelta-. Sólo por esta ocasión.

Tomo una de las sábanas y me siento en la cama.

-Gracias -le sonrío, y me inclino para darle un rápido beso.

Me acerco a la maleta, y busco algo de ropa.

Mientras me visto, siento la mirada atenta de Peeta sobre mí. Intento ignorarlo, pero siento que el calor me sube violentamente a la cara.

Termino de ponerme la blusa, y volteo a verlo.

-Peeta.

-¿Hmm?

-¿Sabes si hay un Starbucks cerca de aquí?

Él frunce el ceño, evidentemente confundido.

-¿Para qué quieres ir allá? Te puedo hacer un café si quieres.

-No es por eso, quiero ir para hacer lo de mi trabajo.

Él inclina un poco la cabeza, más confundido que antes.

-Pero puedes hacerlo aquí, tengo internet y todo lo que necesites.

-No puedo hacerlo aquí, mis padres podrían rastrear la computadora y encontrarme aquí.

Se le forma una sonrisa, y se ríe.

-Kat, cariño, no son la CIA como para hacer algo así.

-Conociéndolos, si lo creo.

Me sonríe.

-Ven.

Me acerco a él, y me siento en el borde de la cama.

-Te prometo que no voy a dejar que algo malo te pase mientras estés aquí -asegura, mientras me acaricia la mejilla-. Lo juro. Aquí estás a salvo.

Se inclina, y me besa.

-No tienes por qué preocuparte -susurra-

Parece querer agregar algo más, pero el sonido de su celular lo interrumpe.

Lo toma de la mesita de noche, y contesta:

-¿Diga?

-Sr. Mellark -consigo escuchar la voz de un señor-. Disculpe que lo moleste, pero hay un jóven en la recepción, dice que es muy importante que lo atienda.

-¿Cómo se llama? -frunce el ceño.

-Su nombre es Nathan Hamilton.

Me tenso al escucharlo.

Espero verte de nuevo [Everllark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora