Capítulo 47

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Por quinta vez en la noche, escucho que Willow vuelve a soltarse a llorar.

Cierro los ojos, intentando guardar la calma, y por mi bien mental evito mirar el reloj.

Noche tras noche, es lo mismo. A ella le han comenzado a salir los dientes, y se despierta constantemente por la molestia. Ni Peeta ni yo hemos podido dormir estos días, y ya ha comenzado a ser una situación bastante difícil para los tres.

Miro a Peeta, y veo que sigue dormido, aunque estoy segura de que sólo aparenta estarlo. Pero, no lo culpo, porque tiene que levantarse temprano para irse al trabajo.

Me levanto en silencio, y me acerco a la cuna.

-Ya, tranquila -le susurro, y la alzo-. Todo estará bien, ¿de acuerdo? -le beso la naricita, y salgo de la habitación.

Bajo, y voy a la cocina. Saco la mordedera del refrigerador, y se la doy a Willow. Ella se la lleva a la boca, y eso parece calmarle un poco la molestia.

Me siento frente a la mesa de la cocina, y acomodo a Willow en mis piernas. Le quito el cabello de la frente, y reviso si no tiene fiebre.

Por fortuna, su temperatura está normal.

Me quedo un buen rato con ella, y cuando parece más calmada, la llevo a la habitación. La acuesto en la cuna, y regreso a la cama.

Consigo quedarme dormida, pero al poco rato ella llora de nuevo vez. Me levanto, y otra vez me la llevo a la cocina.

La molestia persiste, ella no consigue dormir, yo tampoco.

Ya cuando son las cinco de la mañana, ella se queda profundamente dormida. Yo lo intento, y una hora después suena mi alarma.

Me obligo a salir de la cama. Willow también está despierta, por lo que bajo con ella.

Preparo el desayuno, y también una de las papillas que recomendó el pediatra.

Acomodo a Willow en la sillita para bebés, y se me queda viendo. Ha llegado la parte menos favorita de su día, y parece sospecharlo por la manera en que me mira.

Ella detesta las papillas, se niega a comerlas, pero el doctor ha dicho que debe comenzar a hacerlo.

Me siento frente a ella, y suspiro.

Tengo que obligarme a guardar la calma.

Acerco la cuchara de plástico llena de puré color verde a la boca de Willow. Ella mueve la cabeza, evitando a toda costa que la cuchara le toque los labios.

-Vamos Willow -digo, a punto de perder la paciencia-. Sólo son verduras, no tienen nada de malo.

Intento meterle la cuchara en la boca, ella sigue moviendo la cabeza y los brazos para evitar que le dé de comer.

-No sabe mal -le tomo la carita y le meto la papilla en la boca. Ella hace un gesto de asco, y escupe la papilla.

Se pone a llorar, y siento que la desesperación crece.

-¿Sigue sin querer comer? -escucho la voz de Peeta. Él entra a la cocina y se acerca.

Ya está listo para ir al trabajo: está peinado, tiene puesto su traje negro, y los zapatos del mismo color. Me mira, esperando una respuesta, y se abrocha el reloj plateado en la muñeca.

Espero verte de nuevo [Everllark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora