Por quinta vez en la noche, escucho que Willow vuelve a soltarse a llorar.
Cierro los ojos, intentando guardar la calma, y por mi bien mental evito mirar el reloj.
Noche tras noche, es lo mismo. A ella le han comenzado a salir los dientes, y se despierta constantemente por la molestia. Ni Peeta ni yo hemos podido dormir estos días, y ya ha comenzado a ser una situación bastante difícil para los tres.
Miro a Peeta, y veo que sigue dormido, aunque estoy segura de que sólo aparenta estarlo. Pero, no lo culpo, porque tiene que levantarse temprano para irse al trabajo.
Me levanto en silencio, y me acerco a la cuna.
-Ya, tranquila -le susurro, y la alzo-. Todo estará bien, ¿de acuerdo? -le beso la naricita, y salgo de la habitación.
Bajo, y voy a la cocina. Saco la mordedera del refrigerador, y se la doy a Willow. Ella se la lleva a la boca, y eso parece calmarle un poco la molestia.
Me siento frente a la mesa de la cocina, y acomodo a Willow en mis piernas. Le quito el cabello de la frente, y reviso si no tiene fiebre.
Por fortuna, su temperatura está normal.
Me quedo un buen rato con ella, y cuando parece más calmada, la llevo a la habitación. La acuesto en la cuna, y regreso a la cama.
Consigo quedarme dormida, pero al poco rato ella llora de nuevo vez. Me levanto, y otra vez me la llevo a la cocina.
La molestia persiste, ella no consigue dormir, yo tampoco.
Ya cuando son las cinco de la mañana, ella se queda profundamente dormida. Yo lo intento, y una hora después suena mi alarma.
Me obligo a salir de la cama. Willow también está despierta, por lo que bajo con ella.
Preparo el desayuno, y también una de las papillas que recomendó el pediatra.
Acomodo a Willow en la sillita para bebés, y se me queda viendo. Ha llegado la parte menos favorita de su día, y parece sospecharlo por la manera en que me mira.
Ella detesta las papillas, se niega a comerlas, pero el doctor ha dicho que debe comenzar a hacerlo.
Me siento frente a ella, y suspiro.
Tengo que obligarme a guardar la calma.
Acerco la cuchara de plástico llena de puré color verde a la boca de Willow. Ella mueve la cabeza, evitando a toda costa que la cuchara le toque los labios.
-Vamos Willow -digo, a punto de perder la paciencia-. Sólo son verduras, no tienen nada de malo.
Intento meterle la cuchara en la boca, ella sigue moviendo la cabeza y los brazos para evitar que le dé de comer.
-No sabe mal -le tomo la carita y le meto la papilla en la boca. Ella hace un gesto de asco, y escupe la papilla.
Se pone a llorar, y siento que la desesperación crece.
-¿Sigue sin querer comer? -escucho la voz de Peeta. Él entra a la cocina y se acerca.
Ya está listo para ir al trabajo: está peinado, tiene puesto su traje negro, y los zapatos del mismo color. Me mira, esperando una respuesta, y se abrocha el reloj plateado en la muñeca.
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Espero verte de nuevo [Everllark]
RomanceVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] Él es el hombre con el que ella quiere estar, más no con quien puede estar. Muchas personas creen que los matrimonios forzados eran cosas del pasado, pero eso no es del todo cierto. En medio de un ambiente...